Nueve años de incógnitas sobre la desaparición de Paco Molina
La familia insiste en la necesidad de dar visibilidad a los casos de personas desaparecidas y en la importancia de la colaboración ciudadana
Córdoba
Julio es un mes negro en la familia Molina, que ya concatena nueve años de oscuridad. En 2015, Francisco Molina, de 16 años, salió de casa con apenas cuatro euros en el bolsillo. Había quedado con unos amigos en los Jardines de la Agricultura, pero se despidió de ellos pronto para encontrarse con una persona que su entorno no conocía. Nunca más se supo de su paradero.
Se inició una investigación policial que al principio tomó la desaparición como una chiquillada, pero que pronto puso de relieve las carencias del sistema de búsqueda de personas desaparecidas y que a día de hoy se ha convertido en uno de los casos más complejos a los que se ha enfrentado la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta.
Según han confirmado fuentes policiales a La SER, desde el inicio de la investigación se han tomado unas 300 declaraciones a testigos, se han descartado una treintena de supuestos avistamientos de Paco Molina y se ha investigado a más de 150 personas por su posible vinculación con la desaparición. En colaboración con Interpol, las pesquisas se han extendido a una docena de países, pero siempre sin resultado.
La hipótesis principal es que Paco Molina fuera manipulado por personas mayores que él en aquel momento, pero ningún testigo ha sido capaz de trazar el rastro del entonces menor en la noche del 2 de julio. Los agentes sí han podido verificar que, en los meses previos a su desaparición, el joven mantuvo intensos contactos con grupos vinculados a la extrema derecha en Córdoba. Sin embargo, de ello no se ha obtenido ninguna información concluyente para dar con el paradero del joven.
Su familia no ha dejado de buscar ni un solo día, consciente de que dar visibilidad al caso de su hijo es la mejor arma para que, algún día, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad reciban la llamada correcta. "Sabemos que hay líneas de investigación que siguen abiertas, pero las desconocemos", explica el padre de Paco, Isidro Molina, quien lamenta que "pese a todos los esfuerzos de los investigadores, todavía no hayamos obtenido resultados".
Isidro, Rosa y Pepe —el hijo de menos edad— se han recompuesto, saben que son los primeros que no pueden desfallecer en sus fuerzas, pero cada día de incertidumbre pesa un poco más. Desde la desaparición de su hijo, no han parado de luchar por los derechos de las familias con personas desaparecidas, especialmente cuando hay menores implicados.
Por ello, se congratulan del "impulso que ha supuesto la creación del Centro Nacional de Desaparecidos, no solo para la coordinación entre las autoridades, sino también como punto de encuentro de los que somos 'víctimas colaterales' de las desapariciones". "Cuando Paco desapareció", comenta Isidro Molina, "acudí a la Policía buscando ayuda psicológica, también a los juzgados de menores, pero tuvimos que enfrentarlo completamente solos".
En los próximos meses, el CNDES pondrá en marcha una experiencia piloto consistente en un tratamiento psicológico aplicado específicamente a las familias de personas desaparecidas. Concretamente, se seleccionará una muestra de entre 200 y 300 personas en toda España y el programa contará con el apoyo de los Colegios Profesionales de Psicología para su desarrollo y seguimiento.
Información de servicio:
Si usted dispone de alguna información sobre Paco Molina o cualquier otra persona desaparecida, por favor contacte con el 091, el 062 o el 112. Además, la familia Molina mantiene abierto el Apartado de Correos 3011 de Córdoba, al que cualquier ciudadano puede remitir datos o información de forma anónima.
Álvaro Guerrero Jiménez
Redactor y editor en los servicios informativos de la Cadena SER en Córdoba. Previamente ha trabajado...