Begoña, ante la Justicia

Jerez de la Frontera

Hoy es un día para no olvidar en la política española: por primera vez, la mujer de un presidente del Gobierno comparece ante un juez, en su calidad de investigada, para explicar su polémica actividad profesional.

Begoña Gómez tendrá que aclarar, nada más, y nada menos, las sombras de oscuridad que hay sobre la posibilidad de que haya cometido un delito de tráfico de influencias y corrupción.

La mujer del presidente desplegó una intensa actividad profesional desde que su marido, Pedro Sánchez, llegó a la Moncloa: consiguió el puesto de directora del Africa Center del IE Business School, dirigió una cátedra en la Universidad Complutense y recomendó a empresarios que después obtuvieron contratos del Gobierno que preside su marido.

Y todo ello sin que antes de llegar a la Moncloa hubiera tenido una carrera profesional vinculada al mundo de la empresa.

Begoña Gómez tiene derecho a la presunción de inocencia, como cualquier ciudadano, pero, a día de hoy, no parece que la ética haya sido uno de sus valores principales como mujer del presidente del Gobierno, que no presidenta, por mucho que Patxi López nos lo quiera dar a entender.

Hoy tiene la oportunidad de explicarlo todo, aunque sea con el privilegio de entrar escondida en el juzgado, por la puerta de atrás. No ha querido dar la cara y ha pedido algún privilegio más, no ser grabada. Usted, Begoña, es una ciudadana más, y así debería comportarse. Todos los ciudadanos somos iguales ante la ley.