Susana Gaytán: "La vuelta de las vacaciones no es tan mala, nuestro cerebro necesita sus rutinas"

Sevilla

Hay datos que demuestran que nuestro cuerpo necesita tomarse un descanso cada cierto tiempo. Pero ese “respiro” no puede durar eternamente (y no solo por las obligaciones de cada uno).

Diversos estudios apuntan a que nuestro comportamiento se fundamenta en hábitos y costumbres. El cerebro necesita acciones que terminen arraigándose con práctica y repetición. De ahí que haya evidencias de que dejarse llevar por la costumbre nos resulte muy reconfortante. Por eso -aunque al terminar las vacaciones veraniegas surja cierta nostalgia- hay que recordar que el cerebro nos recompensará por regresar al mundo de lo cotidiano y lo previsible.

Diversos estudios apuntan a que nuestro comportamiento se fundamenta en hábitos y costumbres. El cerebro necesita acciones que terminan arraigándose con práctica y repetición. Una vez hemos establecido un hábito, éste se manifestará casi “sin querer”.

El cerebro recompensa que tengamos “respuestas preparadas” ante situaciones que se repiten liberando dopamina, la molécula de la felicidad. No en vano, esa es la base de nuestro aprendizaje, el proceso a través del que adquirimos y desarrollamos habilidades y conocimientos, y que podemos considerar una de nuestras capacidades más ventajosas a lo largo de la evolución.

De ahí que incluso podamos decir que una vida rutinaria y predecible en la que hemos aprendido cómo manejarnos… ¡nos hace felices! Sin embargo, esta propiedad del cerebro tiene un “lado oscuro”: la adquisición de un hábito es bastante independiente de si estas acciones producen resultados útiles o se convierte en una adicción.