Ya, ni demócratas
Firma de opinión del economista, y exrector de la Universidad Loyola, Gabriel Pérez Alcalá
Ya, ni demócratas. Gabriel Pérez Alcalá
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Córdoba
Llevo un tiempo observando que cada vez se habla menos de política en los ámbitos privados.
En las últimas diez o doce ocasiones que he estado con amigos y conocidos, la política sólo ha salido de forma tangencia y, desde luego, tajante, sin matices. Ya no hablamos de política, nos la gritamos en los medios, en las redes.
Y esto me preocupa y mucho, porque da un índice de lo mucho que se está deteriorando nuestra democracia y, con ella, nuestra convivencia. Porque dejar de hablar serenamente de política es, a la sociedad, como si una pareja no habla de lo que les une, de su relación: un camino seguro al fracaso.
Debajo de este atronador silencio político late el hecho de que en España nunca fuimos liberales. Decía Salvador de Madariaga que en cada español hay un inquisidor.
En España, tanto los conservadores (sean del partido que sean), como los que se llaman progresistas (sean del partido que sean), tienen tanta verdad que quieren que todos pensemos exactamente como ellos. Siempre tenemos un pensamiento “políticamente correcto”, pues lo que es hoy “políticamente correcto” es tan autoritario como la ortodoxia clerical que tuvimos durante siglos. No, nunca fuimos liberales.
Pero siendo esto preocupante, nos hemos sobrellevado y hablábamos. El problema es que ahora, en pleno siglo XXI, estamos dejando de ser demócratas, porque ya no se trata de proponer que hacer, explicar por qué bueno y aceptar el resultado de una votación. Ahora la política es solo que no gane el otro.
Nos estamos convirtiendo no sólo en pequeños inquisidores en posesión de la verdad absoluta, sino en hooligans sin cabeza de una posición política más identitaria que racional.
Y esto nos lleva a negar al otro. Porque cuando el otro no es solo que opina diferente a mí, sino que es mi negación y es mi enemigo, la democracia pierde su base de convivencia.
No recuerdo que teórico de la democracia decía que ser demócrata es aceptar sin miedo la posibilidad de que gobiernen los otros.
Me temo que en España hace tiempo que ya no quedan demócratas.