¿Sevilla podrá con todo?
El subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre la capacidad de la ciudad para acoger la enorme cantidad de citas y acontecimientos previstos hasta fin de año
Carlos Navarro Antolín: ¿Sevilla podrá con todo?
Sevilla
Cada fin de semana el salón de la ciudad que es el centro histórico y sus alrededores se transforman y se convierten en un gran espacio multiusos. Nos hemos acostumbrado. No queda otra. O te haces el cuerpo, o te vas. O te integras, o te enclaustras. Desde la noche del viernes hasta el final del domingo. Cenamos junto al Puente de Triana en una gala de famosos, asistimos a partidos en los dos grandes estadios, acompañamos a la Piedad del Baratillo hasta la madrugada, sale un Corpus por el arrabal de San Bernardo, echamos un ojo en los mercadillos dominicales, hacemos cola en los monumentos, llenamos las terrazas y despedimos la semana con la Divina Pastora.
¡A la calle, todos a la calle, y a permanecer en la calle! Fusión de ambientes, mezcla de personas, todo cabe en una ciudad que ya debió conocer un ambiente muy diverso, rico e intenso con la llegada de los galeones de América al Puerto de Sevilla. Hoy son los turistas los que nos traen el oro de sus gastos para que salgamos adelante. Ya, sí, no es lo mismo que la riqueza procedente de ultramar en los siglos XVI y XVII, pero no es plan de comparar para sufrir. Los fines de semana fluyen la actividad, la economía, el trasiego imparable de público…
Sevilla es todo menos un pueblo. Es una urbe más en el marco de la globalización. Y en el horizonte tenemos la gran prueba, la más importante, el 8 de diciembre, con una procesión magna. Será quizás el día más difícil desde el fin de la Feria y la inauguración de la Expo’92. El entonces alcalde, Rojas-Marcos, nos arengó al proclamar que Sevilla podía con todo. Alejandro acertó. Pero acciones rentables en el pasado no garantizan un buen resultado en el futuro.