Ocurrencias
Tener una voz singular es una ambición personal y bastante refrescante en política- sobre todo en la política de las consignas y las filas prietas- pero no todo el mundo lo consigue
Sevilla
Los versos sueltos en las alcaldías funcionan. Desde los irredentos Pedro Aparicio o Carlos Díaz, donde el partido que los apeó de las listas no ha vuelto a gobernar, al ejemplo paradigmático del alcalde Málaga, Francisco de la Torre, que más allá de su gestión tiene voz propia y hasta punto final en la conversación con los suyos. Tener una voz singular es una ambición personal y bastante refrescante en política- sobre todo en la política de las consignas y las filas prietas- pero no todo el mundo lo consigue. Hay que ser tan valiente como sensato y combinar sabiamente la humana vanidad con una humildad que cultive la escucha. A de la Torre- al que la vivienda le puede aguar una gestión en general bien vista- ha debido mirar como ejemplo el actual alcalde de Sevilla que no sé si es poeta pero de serlo se pasa la métrica ortodoxa por donde lo hicieron los surrealistas.
Porque surrealista es ir mudando la propuesta de nueva sede del museo de Bellas Artes según le venga la ocurrencia y sin escuchar a nadie incluida la actual consejera de Cultura y su equipo que por el momento guarda un prudente silencio. El proyecto de ampliación con la sede de Monsálvez es una vergüenza de gestión que salpica a todos y por tanto, de corregirse, hará que todos chapoteen felices en la fuente del deber cumplido. Y que se repartan las medallas. Si el alcalde de Sevilla quiere ser de La Torre que haga lo posible por dar pasos para estar en la inauguración de una sede que lleva abandonada lustros. El nuevo equipo de cultura lo que menos necesita son ocurrencias sino al contrario, serenidad, acuerdos, volver a ganarse al sector y recuperar la credibilidad. Para desesperarse ya está el terrible problema de la vivienda. El lastre de una generación que necesita respuestas de la política o la despreciará. Cuidado que hasta el alcalde de Málaga ha podido encontrara ahí su Némesis. Su Talón de Aquiles, y no menor.