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Opinión

La piña del Mercadona en la vuelta de Una de Cal y Otra de Vizcaína de Marcos Martínez

«Hasta ahora nunca había sufrido ningún tipo de estrés por tener que realizar la compra, pero las cosas han cambiado»

Marcos Martínez / Radio Morón

Una de cal y otra de vizcaína

02:52

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Morón de la Frontera

Me desvelé la otra noche nervioso, no paraba de dar vueltas en la cama, no era capaz de volver a conciliar el sueño. Y eso que por la ventana entraba una brisa de lo más agradable. Quizá esa intranquilidad podía deberse a que acababa las vacaciones. Pero no. En cuanto me puse a pensar cuál podía ser la causa del desvelo, caí en la cuenta. Sabía que al día siguiente tenía que hacer la compra. Tenía que ir al Mercadona a buscar los víveres necesarios para afrontar la semana tras las merecidas vacaciones. Hasta ahora nunca había sufrido ningún tipo de estrés por tener que realizar la compra, pero las cosas han cambiado.

Mi angustia proviene de saber que a cierta hora el personal se va al súper a ligar, a tener un rollo o incluso para yuntar con el primer Manolo o Maripili que se cruce con el carro de la compra. Cómo cambian los tiempos y las costumbres. Antes, el personal masculino acudía a la Jumbo y se acercaba las féminas para preguntarle si tenían fuego, para después dar paso a la gran pregunta: ¿estudias o trabajas? Sí, ya sé que no se trata de un derroche de originalidad, pero lo de ahora tampoco destaca por su brillantez. Poner una piña en el carro de la compra tampoco es para tirar cohetes.

En mi humilde opinión, y para adaptarnos a los nuevos tiempos, habría que cambiar la piña por otros productos. Incluso dependiendo del género que se disponga en el carro, podría indicarnos qué tipo de relación se busca. Así, por ejemplo, el que lleva una morcilla quiere una relación tradicional. El que ponga en el carro un chorizo picante buscaría sexo salvaje, incluso sadomaso, si me apuran. Un tetrabrick de caldo de pescado indicaría que quiere una relación tranquila. Que no haga daño de ningún tipo. Si lleva peras, busca mujer, si lleva calabacín, hombre; y si en el carro lleva algún sándwich, quiere un ménage à trois. Y si lleva una botella de lejía no quiere nada. Lo único es que va a limpiar la casa, que de todo quiere el Altísimo. En fin, mucho me temo que cuando llegue al Mercadona, me ponga nervioso, tire la lista de la compra a la basura, coja una tortilla de papas y me vuelva a mi casa.

 
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