Alejandro Talavante abre la Puerta del Príncipe en la primera de la Feria de San Miguel

Sevilla

No ha podido comenzar mejor la Feria de San Miguel en la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Un total de cinco orejas con Puerta del Príncipe para el extremeño Alejandro Talavante después de lograr el doble trofeo del segundo, un extraordinario toro de Victoriano del Río premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, y una más en el quinto; a las que hubo que sumar las que cortaron en sus respectivos primeros toros el francés Sebastián Castella y el sevillano de Gerena Daniel Luque.

Ficha del festejo

Real Maestranza de Caballería de Sevilla: Viernes 27 de septiembre de 2024. Vigesimosegundo festejo del abono de temporada, primero de la Feria de San Miguel.

Ganadería: Se lidiaron toros de Victoriano del Río, bien presentados -bajó algo el sexto, más abierto de cara- y de juego desigual: extraordinario el segundo, de nombre 'Dalia', premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; bueno el primero, sacó fondo el quinto, muy exigente el tercero y sin opciones cuarto y sexto.

Toreros: Sebastián Castella, de turquesa y oro, una oreja y silencio.

Alejandro Talavante, de grana y oro, dos orejas y una oreja.

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Daniel Luque, de blanco y azabache, una oreja tras aviso y palmas de despedida.

Cuadrillas: Saludaron en banderillas José Chacón en el primero, Iván García en el tercero y Javier Ambel en el quinto.

Incidencias: La plaza casi se llenó en tarde agradable. Al final del paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Pepe Luis Vázquez y Paco Camino, fallecidos el pasado mes de julio.

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La crónica

La Puerta del Príncipe de Talavante comenzó a fraguarse en el segundo toro de la tarde, ejemplar castaño, de nombre 'Dalia' y extraordinario juego, que mereció el honor de la vuelta al ruedo en el arrastre. Fueron templados los lances de recibo y el quite de Luque por chicuelinas y media, todas por el pitón diestro. Otra vez el temple y ahora la ligazón marcaron la faena del extremeño, preñada de circulares completos al natural, cambios de mano y doblones finales que enardecieron al respetable. Mediante una voltereta sin consecuencias, la espada cayó atravesada sin ser óbice para el doble trofeo.

El cerrojazo a la del Príncipe llegó con la oreja del quinto que, de salida, se mostró aquerenciado y sueltecito en las telas. No obstante, hubo buenos lances y media y, tras el trámite del caballo, brindis de Talavante al respetable. Otra vez clave el temple, que sirvió para sacar el buen fondo de un toro que permitió hacer el toreo por ambos pitones. De nuevo tuvo cierta travesía el acero, pero el acierto de Manuel Izquierdo con la puntilla dio paso a la petición de trofeo.

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El francés Castella se llevó el otro toro bueno de la corrida, el primero, al que recibió con cuatro lances genuflexos, delantales y media. Tras el quite de Talavante por chicuelinas, el diestro galo inició la faena por estatuarios a los que siguieron un pase cambiado por la espalda y otro muletazo por bajo. Exigente arranque para otras dos series diestras y una de mano zurda donde el animal se vino a menos, costándole más en la distancia corta. Con todo, el estoconazo final no dejó lugar a las dudas.

Al aquerenciado cuarto ya le faltó entrega desde la salida, aunque permitiera un quite por chicuelinas del francés. Lo brindó al respetable, pero el toro llegó al último tercio algo descompuesto y muy desigual sin que la cosa acabara de tomar vuelo.

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La oreja que logró Daniel Luque ante el tercero llegó por la vía del otro toreo: el de la firmeza y el valor seco ante un ejemplar más que exigente. Humilló el toro en las verónicas de recibo, aunque se volvió en las manos y se rebrincó por momentos. Fueron mandones los doblones de Luque en el inicio de faena y, a partir de ahí, el hombre se impuso a la fiera al natural, en los molinetes ligados a los de pecho, hasta meterse entre los pitones. Estocada contraria para una trofeo de enorme peso.

No pudo redondear el de Gerena en el sexto, un toro que, ya de salida, echó las manos por delante y no humilló nada. Ni humilló, ni dijo nada con lo que no quedó otra que abreviar con pinchazo y estocada.