Harry Potter y la ratio escolar media andaluza

Sevilla

La educación es la más política de todas las políticas públicas. Exige a los gobiernos planificar a muy largo plazo y ser conscientes de lo difícil que resulta obtener resultados antes de cuatro años, lo que solía durar una legislatura.

El curso escolar ha empezado estos días en Andalucía con 25.000 niños menos que hace un año, fruto del desplome paulatino de la natalidad. El vaciamiento de clases ha alcanzado, por primera vez, a la etapa Secundaria, y la tendencia no parece que vaya a mejorar.

Hace casi una década que las aulas andaluzas pierden alumnado de nuevo ingreso y, por tanto, hace casi diez años que los gobiernos de turno no planificaron el presente curso escolar para que los colegios en las grandes ciudades tengan 15 alumnos por maestro, en lugar de 25.

Esa falta de visión y de recursos disponibles se ha suplido con el ingenioso trampantojo de la ratio escolar media andaluza o, lo que es lo mismo, sumar los cuatro alumnos de un colegio rural de la Axarquía con los 27 un aula en el barrio sevillano de Nervión y concluir que la foto fija del curso escolar son 15,5 niños por clase. Magia: la Junta de Andalucía cierra centenares de aulas vacías en Infantil, pero las compensa abriendo aulas saturadas en Formación Profesional.

Es el primer curso de la nueva consejera de Desarrollo Educativo, Carmen Castillo, elegida por el presidente Moreno con la condición de que haga de la enseñanza más gestión y menos ideología. De momento Castillo, que proviene del mundo educativo, ha tenido el buen gusto de renunciar a esa regla de tres tramposa con tantos aficionados entre los políticos de Letras.

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Desde hace diez años, la caída de la natalidad está siendo una oportunidad perdida para rediseñar las escuelas y apostar por una enseñanza más personalizada, con menos alumnos para cada maestro.

El verdadero problema es si alguien sabe qué hacer hoy pensando en que dé frutos dentro de una década.