Ellas me salvaron

Córdoba

La filosofía y el arte me sacaron del pozo sin fondo al que caí. La filosofía me enseñó a escuchar y deconstruir la realidad. El arte me permitió deambular entre mundos y fabular los míos. Ambas me dieron esperanza, me ayudaron a buscar belleza aunque no la hubiera (que siempre la hay).

Decía Victoria Camps que despreciar la cultura es <<carecer de armas para enfrentar la brutalidad que todos llevamos dentro>>. Cada interior, cada conciencia, posee valor intrínseco por el hecho de ser. Me repatean quienes se empeñan en defender que la filosofía, el arte, no sirven para nada. A ellas no les corresponde la utilidad, basta ya de obligarlas a servir para algo, como meras esclavas sin alma condenadas a la superficialidad de nuestros tiempos. Ellas obedecen al valor, son valiosas por sí mismas. Podría morirme mañana sin haber leído a Lorca, sin conocer las enseñanzas de Aristóteles, y lo haría tan tranquilo. Sin embargo, no habría disfrutado tanto de vivir, no habría experimentado la libertad de darme un sentido.

<<Yo soy yo y mis circunstancias>>, que diría Ortega y Gasset. Las circunstancias permanecen y afectan sin distinción a cualquier persona; es decir, si dejamos de existir, nuestras circunstancias seguirán ahí y afectarán a algún otro que se las cruce. Por otro lado, el <<yo>> puede sucumbir sin dejar rastro, sin que nadie lo advierta. Hoy, quiero reivindicar el valor de la filosofía, del arte, de lo valioso, como guías en este incierto sendero llamado vida, como escuderos en nuestra batalla con nuestras circunstancias, no para derrotarlas, sino para convivir en armonía, para salir del pozo sin fondo al que hemos caído en