El paisaje enriquece el alma

Córdoba

Aunque el otoño invita a la caída de la hoja, Córdoba se atreve a homenajear la belleza y el esplendor que acontecen a tal decaimiento. La flora como arte,como recurso paisajístico que cambia la mirada del viandante, que colorea cada espacio en el que habita y que conecta lo público con lo privado como gran maestra artística de lo intangible. Un patrimonio inmaterial enmarcado tras cada fachada encalada cordobesa que representa un modo de vida, un sentimiento y una herencia cultural donde el patio representa la vida y el oxígeno de la vivienda, un reductor de luz y de color, de frescor, de humedad y marco del propio cielo."Cada patio es un poema" decía Carmen carrizosa. Y tuve la suerte de formar parte del equipo que elaboró el Catálogo para declarar los patios de Córdoba como Patrimonio de la humanidad para la UNESCO.

De cada visita a más de cuarenta patios pude aprender que Córdoba son muchas córdobas, pero que los patios son sus gentes, que encierran historias de antiguos conventos, legados familiares, secretos transgeneracionales, herencias patrimoniales, cariño compartido y amor por la naturaleza. Cómo no va a conmovernos cada flor si ha sido cuidada con el mayor esmero que una persona pueda poner, cada pétalo es un hijo que se adora a diario para verlo crecer y brillar.

Y así, algunas señoras nos contaban que cuando llovía mucho, en el tiempo del festival, llegaban incluso a recoger los pétalos caídos y volverlos a pegar a los tallos de las plantas con pegamento para que lucieran tan bellos como fueron. Amor por la flora que tenemos que convertir en el emblema del diseño urbano de cada espacio público de nuestra ciudad y de nuestros pueblos. Y homenajeando a Tierno Galván, es obligado decir que es la calle el patio colectivo ése en el que todos somos uno, diseñemos cada pétalo que nacerá en él con el mismo cariño que lo hacen las patieras de Córdoba.