Errejón contra Errejón
Las denuncias por agresión sexual contra Errejón, como referente indiscutible de la izquierda, son una oportunidad mejor que el caso Rubiales para entender que el machismo y el abuso de poder son transversales
La columna de Dani Cela (28/10/2024)
Sevilla
Las denuncias contra Íñigo Errejón por agresión sexual han empujado a una parte de España a escrutar el relato de los hechos que hicieron dos mujeres.
Muchos no entienden nada. Incluso aquellos con una vocación feminista guardan reservas sobre lo ocurrido. ¿Por qué no se marchó después del ascensor? ¿Por qué no se marchó cuando logró salir de la habitación donde la encerró y manoseó? ¿Por qué no lo denunció antes?
Probablemente esta incomprensión tenga mucho que ver con que el agresor sexual, hoy, es un referente indiscutible de la izquierda y del feminismo; mientras que ayer era Luis Rubiales.
Precisamente por esto, el caso Errejón es una oportunidad mayor para entender que las violencias machistas no distinguen colores políticos ni condiciones sociales. Por todas las contradicciones que arrastra este asunto en el seno de la izquierda, que ejemplifica mejor que el caso Rubiales, que el machismo y el abuso de poder es transversal.
Sí, es cierto, las herramientas del feminismo para reconocer y denunciar esas violencias están ya en la calle: en el movimiento Me Too, en las manifestaciones contra la Manada, en la detención instantánea de Dani Alves, en la ley del sólo sí es sí…
Pero si la última mujer agredida no las ha sabido usar a tiempo, no es corresponsable de lo que le ha pasado. Ninguna mujer tiene por qué tener las herramientas psicológicas, emocionales o educativas que todos creemos poseer para defendernos de un agresor a solas, a puerta cerrada. El foco público nunca debe recaer sobre la víctima, sino sobre el agresor.
Lo que de verdad cuesta entender es que el paradigma ya ha cambiado. El consentimiento en una relación sexual ya no se presupone y, además, es revocable en cualquier momento de esa relación.
El silencio como forma de impunidad se ha roto y somos nosotros como sociedad, no ellas, quienes debemos preguntarnos por qué no son las instituciones los primeros lugares a los que acuden las mujeres para denunciar. Por qué el anonimato, por qué las redes sociales antes que los juzgados, a menudo tan rezagados ante los cambios sociales…
A veces el valor se salta una generación. Hoy las jóvenes lo entienden todo y puede que a nosotros aún nos queden unas cuantas generaciones para entenderlo en toda su plenitud.
Pero quiero pensar que el feminismo es irreversible, y que la última contribución de Errejón ha sido proporcionarle a la izquierda el mayor exponente de la violencia machista para que todos nos miremos al espejo.