Sevilla no es inmovilista
El subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre los grandes cambios que se producen en el urbanismo de Sevilla, algunos enriquecedores como el edificio de los ‘espejitos’ que ya luce junto al río
Sevilla no es inmovilista
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Sevilla
Que haya sectores inmovilistas no convierte a Sevilla en una ciudad refractaria al cambio. Que tengamos tradiciones muy consolidadas que conforman nuestra identidad no nos impide evolucionar, cambiar o innovar en otros ámbitos. La ciudad está en constante evolución incluso en esos enclaves que generan las postales más conocidas. De acuerdo en que hay modificaciones sustanciales que provocan polémicas que dura años, pero rara vez se frenan, aunque haya casos que han sido abortados como el edificio municipal proyectado en el Prado o la Biblioteca de la Universidad en Diego de Riaño. Han sido excepciones.
Fíjense en el cambio radical de la Plaza de la Encarnación con las setas. Levantaron una gran polémica. Lógico. Hoy son uno de los principales reclamos turísticos y han sido un revulsivo para el sector Norte del centro histórico. O el rascacielos Torre Sevilla. O las innumerables peatonalizaciones.
¡Claro que Sevilla cambia, evoluciona, muda de piel y se transforma!
Los próximos grandes cambios se van a producir en el río, en el tramo de Los Remedios, con el proyecto de Altadis y el del Jardín de las Cigarreras. En este segundo complejo, que se culmina en los terrenos del Puerto que fueron aparcamientos, se puede apreciar ya el edificio de los ‘espejitos’. Es una aportación novedosa, original y que incorpora una nueva estética en el paisaje nocturno del Guadalquivir. Una estética renovada que demuestra que sí se pueden hacer apuestas valientes, nada menos que en el río, sin necesidad de rupturismos ni mucho menos de provocaciones.
No somos inmovilistas, tenemos quizás un criterio propio y definido. No somos cerrados, asumimos como propias hasta las barbaridades. Aquí cambia todo: el paisaje, la arquitectura, la trama urbana y hasta las fiestas mayores. Solo hay que tener un poco de memoria y afición por observar.