Salud y bienestar

Cómo hablar a los niños de la muerte: las mejores respuestas para sus preguntas más habituales

Dependiendo de la franja de edad en la que se encuentren, la complejidad de estas cuestiones requerirá que el adulto esté preparado para afrontarlas en un entorno favorable para ambos

María Cóndor y Silvia Plaza, psicólogas Vithas Málaga

Málaga

. El próximo viernes se celebra en nuestro país el Día de todos los Santos, una fecha que gira en torno a la muerte pero que, dependiendo del país en el que nos encontremos, se rodea de diferentes celebraciones o costumbres populares. Y es que la muerte forma parte del proceso natural de la vida y desde que nacemos estamos expuestos a ella, por lo que en algún momento de nuestras vidas nos tocará enfrentarla. En el caso de los niños, este momento puede resultar traumático por lo que, al tratarse de un hecho doloroso, con frecuencia tendemos a proteger a los niños de ella, y lo hacemos intentando no mencionar la palabra “muerte”, sustituyéndola por expresiones tales como “se ha ido”, “ya está descansando”, “ha viajado al más allá”, etc. En otras ocasiones optamos por no hablar del tema con la intención de ahorrarles sufrimiento. Sin embargo, lo único que provocamos de esta manera es confusión y entorpecemos su proceso de gestión emocional. Así lo confirman Silvia Plaza y María Cóndor, psicólogas infantiles del la Unidad de Salud Mental Infantil (USMIN-AT) del Hospital Vithas Málaga

Y es que, al igual que los adultos, los niños necesitan gestionar sus emociones y, por tanto, realizar su proceso de duelo cuando la situación lo requiera, por lo que es importante que como adultos conozcamos cómo abordar tanto preguntas, como situaciones cercanas a la muerte.

Preguntas comunes según la etapa de desarrollo en la que se encuentre el niño

“Los niños observan y buscan momentos determinados para hacer diferentes preguntas sobre lo que escuchan o ven, sin ser necesario que pasen por una pérdida en primera persona. Generalmente, la complejidad de la pregunta va a depender del nivel de desarrollo alcanzado” recuerda Silvia Plaza.

Entre los 3 y 6 años:

· Preguntas concretas acerca de cómo son las cosas en el lugar donde está la persona que ha fallecido: ¿qué va a comer? ¿a qué hora se va a dormir? ¿cómo va a leer si no tiene gafas?

· Cuestiones sobre su cuidado y bienestar: ¿quién me va a celebrar mis cumpleaños? o ¿quién me va a hacer la comida?

· Preocupación sobre si la muerte le puede afectar a otras personas: ¿tú también te vas a morir?, ¿quién me va a cuidar si os morís?

Entre los 6 y los 9 años:

· Preguntas acerca de lo que le ocurre al cuerpo cuando uno muere. ¿cómo va a comer?, ¿cómo va a beber agua?, ¿cómo hace pis?

· Preguntas acerca de su responsabilidad del tipo ¿crees que estará enfadado porque me he portado mal?

· Preguntas sobre conceptos abstractos que no entienden: ¿va a bajar del cielo? ¿me estará viendo?, ¿podrá venir a mi cumpleaños?

Entre los 9 y los 12 años:

· Preguntas empáticas hacia los demás como, por ejemplo, ¿mamá estás triste? ¿cómo te puedo ayudar? o ¿cuánto tiempo vas a estar así?

· Preguntas sobre la realidad que se van a encontrar: ¿iremos al mismo colegio?, ¿podremos pagar la casa?, ¿seguiremos yendo a nuestras actividades?

Preadolescentes y adolescentes (preguntas que plantean son ya parecidas a la de los adultos).

- ¿Cómo hemos podido tener tan mala suerte para que nos haya pasado esto?

- ¿Ha sufrido? ¿cómo los médicos no han podido hacer nada por él/ella?

¿Cuándo, dónde, quién y cómo comunicar al niño la noticia de un fallecimiento?

En cuanto al momento idóneo para trasmitir a los más pequeños la noticia de un fallecimiento, las especialistas de la USMIN-AT del Hospital Vithas Málaga dejan las siguientes recomendaciones. “Lo ideal es transmitir la noticia cuanto antes, sin esperar a que terminen los rituales de despedida, pues en la medida de lo posible y según su edad, debemos hacer a los niños partícipes de ellos. Impedirles que se despidan de un ser querido, ocultarles la noticia o mantenerlos al margen puede dificultar con creces su proceso de duelo” afirma María Cóndor, psicóloga especializada en psicoterapia para adultos, niños y adolescentes,

Por su parte, su compañera (y también especializada en trastornos de ansiedad, depresión, personalidad, trastornos de la conducta en niños y adolescentes) “la noticia debe ser comunicada por el familiar más cercano (generalmente uno de los progenitores, si es posible) lo que facilitará que se exprese emocionalmente, que su miedo disminuya y que realice preguntas cuando lo necesite”.

Respecto al momento y lugar, ambas especialistas coinciden en que es recomendable comunicar la noticia durante el día, de forma que no lo asocien a la noche, que no estén tan cansados y tengan un tiempo para procesarlo. Además, debe ser en un lugar íntimo y tranquilo que permita llevar a cabo una conversación calmada, sin interrupciones, donde el niño no se sienta observado ni presionado.

Por último, y no menos importante, debemos tener en cuenta cómo se encuentra el adulto en ese momento, puesto que si se encuentra desbordado/a es probable que el niño se asuste y el clima no sea el adecuado. “Los niños deben naturalizar la expresión de emociones pero siempre en un entorno equilibrado y calmado, que aporte seguridad y sensación de protección” concluye Cóndor.

Recomendaciones generales para acompañar en el duelo a un niño

El duelo en los niños, al igual que ocurre con los adultos, se trata de un proceso dinámico a través del cual llegamos a la aceptación de la muerte. Durante el proceso hay cambios, altibajos, aparecen numerosas emociones que perduran en el tiempo (algunas más que otras) y en cada persona se desarrolla de una manera diferente.

En el caso de los más pequeños, las dos especialistas de Vithas Málaga sugieren las siguientes recomendaciones:

· Favorecer entorno de expresión y comprensión, en el que pueda preguntar y obtener respuestas, ofreciéndole la información justa y necesaria.

· Validación emocional y acompañamiento. Mostrar comprensión hacia sus emociones y evitar frases como “no llores”, “tienes que estar contenta/o”, “ya pasó”, etc.

· Mantener actividades rutinarias que le permitan continuar con su vida.

· Garantizarles cuidado y seguridad.

 
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