Contra el desánimo
Firma de Opinión de la periodista cordobesa, Irene Contreras
Contra el desánimo. Irene Contreras
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Córdoba
No hay que confundir el optimismo con la ingenuidad. El ingenuo o se confía o se conforma, vive instalado en el engaño: o no ve la maldad en lo malo que le rodea o espera que esa maldad se disipe por arte de magia. Por el contrario, el optimista parte de la conciencia plena de lo que no le gusta, es capaz de imaginar horizontes distintos e incluso de trabajar para que sucedan.
“Necesitamos esperanza si queremos conseguir algo en este mundo". La frase no es mía, sino de Angela Davis, que de cambiar lo malo del mundo sabe bastante más que nosotros. No es fácil en estos tiempos inciertos aferrarse a la esperanza. Con el poder tomado por los peores villanos de Disney y un planeta retorciéndose, con los malos, en definitiva, ganando la partida, lo fácil sería echarse a dormir y esperar que el mundo haya dejado de arder para cuando despiertes.
Si la esperanza es el detonador del cambio, la esperanza es revolucionaria, y por tanto el desánimo tiene que ser, necesariamente, patrimonio de la reacción, un veneno que nos paraliza y nos condena. Así que, como no quiero llevarle la contraria a Angela Davis ni darles una alegría a los reaccionarios, estoy intentando trabajar el optimismo para construir esperanza.
Lo hago intentando que no me cieguen los anti-Estado pidiendo más Estado mientras amenazan con destruir el Estado, aunque hagan más ruido que las mareas blancas o que los jóvenes de Valdeolleros organizando la rabia en su barrio. Siendo honesta, no todos los días lo consigo. Pero en los últimos días me ha ayudado saber que detrás de la deriva neoliberal, pese a la semilla del individualismo germinando entre mis iguales, hay gente que se vuelca en ayudar a otra gente, ya sea limpiando barro en Valencia o informando a sus vecinos de sus derechos como inquilinos. Que si miras bien, entre la mugre, siempre habrá colectivos y familias y amigos siendo el espacio seguro que quieres para el mundo.
Lo ingenuo sería pensar que el mundo se va a arreglar solo a base de buenas acciones. Lo optimista, confiar en que esas acciones sean cimientos sobre los que se construya lo útil. Repetirnos que el hombre no es un lobo para el hombre. Y que en tiempos oscuros, la comunidad es una linterna.