Ocio y cultura

Cantar con Pepe Domingo Castaño en los semáforos

El maestro de la radio salió a hombros de Almería

Pepe Domingo Castaño en su etapa de esplendor en el Cadena SER. / Cadena SER

Sacar del Auditorio Maestro Padilla a Pepe Domingo Castaño era la misión que me encomendaba el director de la Cadena SER a finales de los noventa. Modesto Rubio me echaba la bronca por no llevarme el coche grande y desplazarme con el de mi mujer, un Renault Clio. Cuando nos vio clamó al cielo y la que me cayó en el Velvet (pub del centro de la ciudad), fue de época.

Sucedió a finales de los años noventa cuando la Cadena SER en Almería celebraba la ‘Semana de la Radio’ y toda la programación de la emisora se hizo desde diferentes puntos de la capital. Todas las voces se hicieron de carne y hueso en esta ciudad y pudimos comprobar que no solo eran grandes en antena.

Iñaki Gabilondo estuvo cariñoso. Javier Sardá muy cercano. Carlos Llamas espectacular, pero es que los de ‘El Larguero’ llegaron en plena Vuelta Ciclista a España con Perico Delgado en todo su esplendor.

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El Larguero

A Chema Fernández y a mí nos tocó recibir a todo el equipo de deportes de la Cadena SER en el Hotel Torreluz y desde primera hora con Carlos Bustillo, que era el productor, nos pusimos en modo anfitrión. Empezaron a llegar por la tarde José Ramón de la Morena, Pepe Domingo Castaño y un Perico Delgado que todavía olía a buen ciclista. No fue fácil conseguir una invitación para entrar al Maestro Padilla y aquello se llenó hasta la bandera. Se fueron todos contentos aunque con las señales horarias de la una y media solo comenzaba el post Larguero y aquello fue lo mejor de una larga jornada de radio en colores.

El Auditorio

De la Morena se quedó firmando libros a los oyentes y aquello se hacía interminable cuando dijo Pepe Domingo que “nos podíamos marchar”. Salimos por una puerta trasera y cuando nos vieron se lanzaron a por su firma. Se hizo fotos con los oyentes, firmó todo lo que le ponían por delante; él y Perico Delgado, que no entendía cómo el veterano locutor tenía tantísimo tirón en Almería.

Ya dentro del coche apareció el director para clamar al cielo por no llevarme el Rover rojo de alta gama y meter a las estrellas de la radio “en el coche de tu mujer, ya hablaremos”. Y vaya si hablamos, pero antes el camino al centro fue inolvidable para mí. Empezamos a hablar de la radio y acabamos cantando sus canciones. Me dijo si me las sabía. Le canté entera la de “viste pantalón vaquero y la camisa de cuadros...”. Perico no se la sabía y luego a la altura de la Cafetería La Habana, por la Avenida Cabo de Gata con el semáforo rojo, cantábamos el “Mariquilla bonita graciosa chiquilla te doy mi querer...”. Los taxistas de la parada lo conocieron y saludaba a todo el mundo. Tan grande como sencillo en las distancias cortas.

El Velvet

Nada más pisar el punto de encuentro me esperaba el director  al grito de: “Ven un momento”. Sí, grito, porque la música estaba a todo trapo. Me sacó la tarjeta amarilla y no me expulsó de milagro. Yo había cumplido y tenía los matinales a las 7:30 por lo que me despedí de todo el mundo y dijo Pepe Domingo que no me moviera de allí, que teníamos que cantar más canciones.

Empezaron a llegar todos, se tomó una copa (no me acuerdo qué era), yo me pedí un batido de chocolate porque estaba sin cenar y no tomo alcohol. Le prometí acabar el batido y me marchaba, pero aquello duró y nos separó la llegada de compañeros de la prensa que le buscaban y mientras lo atendían aproveché y me marché en silencio. No había dado dos pasos cuando el director va y me dice que: “Faltan coches para ir al Karaoke del Gran Hotel, que De la Morena quiere cantar con Pepe Domingo”. Me vino de perlas lo que me dijo lo del coche y le comenté que iba a cambiarlo y volvería con el Rover rojo. Pensaba hacerlo pero estaba ‘reventao’ y me metí en la cama un rato antes de volver a la radio para los matinales porque como decía Pepe Domingo: “La radio te atrapa para siempre”. Un sabio del que aprendí.

El Karaoke

No cantamos juntos sus canciones. Esos grandes éxitos de los ‘40 Principales’ que presentaba con maestría. Me disculpé con él y me contaron que se lo pasaron bomba y cantaron en la madrugada almeriense.

Volvimos a hablar pero ya por teléfono y se acordaba de mí como “Tony el del Clio” por la que me cayó del director. Contactamos para temas de sus programas y sabía que podía contar conmigo.

Pepe Domingo se sorprendía de que me acordara de su estreno en TVE, que le escuchara en ‘Los 40’ y que me gustaba hacer la publicidad en directo como solo él lo hacía. Cosas de la radio.