"Los restos del pasar", la carta de amor de Luis Soto y Alfredo Picazo a su pueblo, Baena
La película se preestrenó el miércoles pasado en los cines El Tablero y hoy llega a la cartelera comercial precedida de numerosos reconocimientos en festivales
Córdoba
Celebramos el estreno de “Los restos del pasar”, de los directores baenenses Luis (Soto) Muñoz y Alfredo Picazo, cinta que llega precedida de galardones y reconocimientos allí donde se ha presentado: Festival Internacional de Cine de Gijón, DocumentaMadrid, Cannes Docs, Festival de Cine Europeo de Sevilla, o Rizoma de Madrid.
Los directores de la película, Luis (Soto) y Alfredo Picazo han pasado este viernes por el programa Hoy por Hoy Córdoba.
Entrevista a Luis Soto y Alfredo Picazo directores de Los restos del pasar
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La película se articula en torno al recuerdo de unos días de infancia durante una Semana Santa en Baena. El cine, arte del tiempo, del movimiento y de la memoria es el vehículo adecuado para esta historia; cine, además, cuya esencia es ser documento y, en este sentido, “Los restos del pasar” recoge esa Semana Santa de Baena y las tradiciones forjadas a su alrededor, así como la implicación de todo un pueblo que protagoniza su celebración, de prioritario carácter religioso, pero a la que se unen una serie de valores artísticos, históricos y culturales. Accedemos a todo ello a través de la sencilla e inocente mirada de un niño. Y en paralelo se erige como protagonista el artista Paco Ariza, su oficio de pintor, su obra y su persona, que encuentra su correspondencia con el espíritu de la película, además de propiciar un estimulante diálogo entre la imagen pictórica y la cinematográfica.
A ello le añadimos el pueblo y las personas que lo habitan, la calle, el paisaje, la naturaleza… la vida.
Una película en la que cualquier espectador se sumerge con gusto, hallando atractivo y emoción, pero que también encuentra inmenso interés como obra cinematográfica. En ella observamos contrastes formales y temáticos. Filmada en gran parte en blanco y negro, impacta cuando irrumpe el color. Luz que se esconde para que se manifieste la sombra. Lo visible haciendo ver lo invisible. Realismo y abstracción. Infancia y ancianidad. Vida y muerte, dolor y esperanza.
También equilibrio entre el silencio y la palabra, entre los sonidos y la música. Música que viene a darse a modo de oración. Marchas procesionales y saetas, como una luz que se derrama sobre nosotros.
Una película que remite al uso dramático del claroscuro de Caravaggio, al universo poético de Abbas Kiarostami, al misticismo de Robert Bresson, la iconografía de Pier Paolo Pasolini, o la mecamística de José Val del Omar, entre otros.
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En lo literario invoca al poeta Miguel Hernández que en su poema “Las manos” las considera herramientas del alma y los directores las filman haciéndose eco de esos versos. Contemplamos manos divinas y manos humanas. Manos que pintan sobre un lienzo, manos que hacen labores de bordado con las que se ornamentan los tejidos para las celebraciones de la Pasión, manos que con el buril y a golpe de martillo estampan los relieves en los cascos de romanos y judíos, manos que encalan los muros de la arquitectura vernácula o manos que preparan la masa de los pestiños.
Es la identidad y la poética de un pueblo, Baena, al que los directores Luis (Soto) Muñoz y Alfredo Picazo componen esta carta de amor que es “Los restos del pasar”, que es también una reflexión sobre las huellas de la existencia frente a la caída constante del presente, memoria en estado de esperanza. Poesía en imágenes rescatadora y salvadora del tiempo devorador, que genera un seísmo emocional cuya intensidad dependerá, como en cualquier manifestación artística, de la participación sentimental que como espectadores pongamos.
“Los restos del pasar” se alza como gran una experiencia fílmica que aúna vivencia estética, goce intelectual y emoción cinematográfica, pero sobre todo como una película muy hermosa, que les animo encarecidamente a ver.