'Una flor, una Esperanza', la iniciativa solidaria de la Esperanza de Triana con la venta de flores de pascua
Por otra parte, la cofradía de la calle Pureza ha adquirido una pintura de la Purísima Concepción de la Escuela andaluza del siglo XVIII
Sevilla
Bajo el lema 'Una flor, una Esperanza', la Hermandad de la Esperanza de Triana lanza una emotiva campaña solidaria destinada a recaudar fondos para su obra asistencial.
Este fin de semana, los días sábado 14 y domingo 15 de diciembre, los hermanos y fieles devotos podrán adquirir flores de pascua en la Capilla de los Marineros y contribuir así a una causa que busca ayudar a los más necesitados.
Por un módico precio, cada flor de pascua se convierte en un símbolo de esperanza y generosidad. Todo lo recaudado será destinado íntegramente a los proyectos asistenciales de la Hermandad, que durante todo el año trabaja en iniciativas que benefician a familias en situación de vulnerabilidad y a otros colectivos desfavorecidos.
La Hermandad invita a todos los devotos, vecinos y visitantes de Sevilla a participar en esta actividad solidaria. “Queremos que cada persona que se acerque a nuestra capilla este fin de semana no solo adorne su hogar con esta flor navideña, sino que también lleve consigo la satisfacción de saber que está ayudando a quienes más lo necesitan”, argumentan desde la junta de gobierno de la corporación.
Una Purísima Concepción del siglo XVIII
Por otra parte, la cofradía trianera de la calle Pureza ha tenido a bien materializar la compra de una pintura de la Purísima Concepción de la Escuela andaluza del siglo XVIII.
La obra posee etiqueta informativa al dorso de la “Caja General de Restauraciones”. Procedencia: Duques de la Conquista. Se trata de un óleo sobre lienzo cuyas medidas son 120,5 x 85,5 cm; y 129 x 95 cm con el marco.
Vemos en esta obra -sobre estas líneas- una representación de la Inmaculada siguiendo los modelos estéticos del barroco español con la Virgen vestida de blanco y azul (símbolos de pureza y de los conceptos de verdad y eternidad, respectivamente), rodeada de ángeles niños, de pie sobre el cuarto creciente y sobre ella la representación del Espíritu Santo.
Algunos ángeles portan símbolos de las letanías, como las azucenas o la palma. A pesar de seguir los modelos citados la pieza abandona el esplendor teatral propio del barroco a favor de una escenografía mucho más sobria y equilibrada que se aprecia en los tonos de color utilizados por el artista y en la propia composición.
El dogma de la Inmaculada defiende que la Virgen fue concebida sin Pecado Original, y fue definido y aceptado por el Vaticano en la Bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854. Sin embargo, España y todos los reinos bajo su dominio defendieron antes esta creencia.
Iconográficamente, la representación toma textos tanto del Apocalipsis (12: “Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas”) como de las Letanías Lauretanas rezadas tras el rosario y que contenía epítetos de María tomados del Cantar de los Cantares del Rey David. Uniendo ambos textos y tras una evolución que ya comienza a finales de la época del Gótico, se llega a una tipología muy sencilla y reconocible que presenta a la Virgen sobre el cuarto lunar, con las estrellas en su cabeza y vestida de luz (con un halo en la cabeza sólo o en todo el cuerpo), normalmente vestida de blanco y azul en alusión a la pureza y la eternidad (aunque también puede aparecer de rojo y azul, en relación entonces con la Pasión), las manos sobre su pecho casi siempre y representada joven por regla general.