La lotería de Navidad y las tradiciones

Córdoba

Nunca me ha gustado la lotería. Quizá porque me recuerda a mi abuelo, el dentista Alfredo Romeo que tuvo su consulta durante 50 años en la calle Gondomar, que compraba todas las papeletas que sorteaban el pavo a un conocido vendedor callejero de las Tendillas.. Siempre se presentaba ilusionado, aunque la familia se echara las manos a la cabeza. Aparecer con un pavo para ser preparado en casa, para él, no tenía precio.

Cada Navidad, el famoso Gordo reaparece como una tradición irrenunciable, y millones invertimos en décimos que bien podrían destinarse a otras cosas más útiles. Porque, aunque la lotería es un ritual bonito, no deja de ser un juego hecho para aquellos que no saben de estadística. La probabilidad de ganar es ínfima, pero eso no importa cuando el premio es, al menos, una ilusión.

Y es que en tiempos de incertidumbre, más vale soñar con lo improbable que atesorar certezas en una cuenta de ahorros. Porque esa ilusión compartida nos conecta, nos da esperanza y nos hace sentir que, quizá, este año sí.

¿Es realmente así? No lo sé. Lo que sí sé es que os deseo una Feliz Navidad y un 2025 lleno de alegrías, proyectos y realidades que superen cualquier boleto premiado. Que sea el mejor año de vuestras vidas, porque, como sabemos los que vamos cumpliendo años, "la suerte está en vivirla".