La sede de la Diputación de Sevilla cumple 30 años: "Estamos en casi todas las actividades que se hacen en la provincia"
La Diputación se ha convertido en estos 30 años en una institución indispensable para los municipios de la provincia. La actual sede, el Cuartel de la Carne, fue remodelado por Antonio Cruz y Antonio Ortiz bajo la presidencia de Miguel Ángel Pino
Javier Fernández celebra los 30 años de la remodelación del edificio de la Diputación: "Tenemos una labor callada, pero estamos muy presentes en la provincia"
Sevilla
El edificio de la Diputación es un inmueble incluido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía. Antes fue el antiguo Cuartel de la Puerta de la Carne, primer edificio diseñado y construido expresamente para uso residencial de la tropa.
El edificio, que ahora cumple 30 años, fue adquirido por la Diputación de Sevilla y desde 1994 es la sede de la administración provincial tras su restauración, que llevaron a cabo los arquitectos Antonio Cruz y Antonio Ortiz.
Este viernes, Hoy por Hoy Sevilla, dirigido y presentado por Salomón Hachuel, ha estado dedicado a este aniversario que, no sólo recuerda la historia de la casa, sino la importancia de la institución que tiene “una labor muy callada”, tal y como nos ha contado su actual presidente, Javier Fernández.
“Fue Miguel Ángel Pino quien aglutinó la Diputación, antes estaba dispersa en diferentes edificios hasta que se fue a Menéndez Pelayo”. Y es que el actual presidente de la Diputación quiere que sea “moderna de cara al futuro, con los pueblos digitalizados para no quedarse atrás, e inculcar el valor de los empresarios como aliados y no como enemigos, -estamos condenados a entendernos-, una institución conocida y amable”.
Asegura Fernández que “esto de la política va de ser útil para que la gente viva mejor, por ejemplo, el agua, que no debe entender de colores políticos, todos debemos beber agua de calidad”. “Y lo mejor, sigue diciendo- es que el agua es pública, por lo que no prima la cuenta de resultados por encima de la cuenta social”. “Esto si no se tiene las ideas claras, es muy difícil de llevar a cabo”, concluye.
Para dar visibilidad a estas intenciones, la Diputación presentó el mes pasado su nueva marca, que renueva la que viene usando desde 1994, y que ha sido su marca oficial en todos los lugares donde, de una forma u otra, está presente la institución provincial:
Miguel Ángel Pino fue presidente de la Diputación desde 1983 a1995, aunque desde el '73 fue vicepresidente y fue quien convirtió la Diputación “de ser un órgano benéfico asistencial a ser una institución clave para el desarrollo económico y cultural de la provincia”. “La Diputación tenía un encefalograma plano, y lo que intentamos fue convertirla en una institución que fuera el ayuntamiento de los ayuntamientos de la provincia, dando servicios a los municipios sobre todos a los de menor capacidad económica, que entonces eran todos los de la provincia”.
Pino ha puesto ejemplos de lo que había entonces: “Algunos barrios de Dos Hermanas que no tenían saneamientos, las aguas negras iban por canalillos en las calles; había ayuntamientos que no tenían agua y se les llevaba agua en camiones todos los días”. Con respecto al abastecimiento de agua, lo mejoraron en los municipios que ya lo tenían, por ejemplo, en el Aljarfe con la potenciación de Aljarafesa, en Écija, Osuna...
Crearon una política medioambiental para recoger los residuos sólidos en la provincia, crearon una política de infraestructuras deportivas para darle salida a los jóvenes, “gran tema de preocupación”, y un plan de obras públicas a través del empleo comunitario, un nuevo sistema de comunicaciones con la Sierra Norte y Sur...
Como nos ha contado Miguel Ángel Pino, “los ayuntamientos estaban muy mal, financieramente y sin capacidad de ofrecer los servicios”. Su Diputación se propuso transformar esto. Cuando dejó la presidencia, “la Diputación había cambiado de la noche a la mañana”, porque también “iniciamos una política dirigida a la compensación interterritorial de la provincia, para que los que menos tuvieran, más tuvieran”. Pino se recorrió los entonces 102 municipios al menos un par de veces en cada legislatura “porque había que mancharse los zapatos de barro”.
En cuanto al tema cultural también tuvo sus planes y proyectos algunos de los cuales podemos ver en el Teatro de la Maestranza –obra de la Diputación-, “porque había que crear un foco cultural para toda la provincia, y hoy en día el 25% de las entradas se siguen vendiendo fuera de la capital", concluye el expresidente de la institución.
Fue también Pino quien tomó la decisión de cambiar de sede y unificarlas todas en una, la actual: “Nos salía carísimo, porque además de estar en la Plaza del Triunfo, teníamos muchísimos pisos como oficinas, y eso no se podía mantener”. La relación con Antonio Cruz y Antonio Ortiz fue muy fácil a la hora de la remodelación del Cuartel de la Carne. “Nosotros le dijimos las necesidades y ellos la adaptaron”.
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Sabemos que la Diputación no siempre tuvo la misma sede. Hay noticias de su ubicación en la calle Zaragoza, desde la que se traslada a la calle de los Reyes Católicos en 1917. Hacia 1920, la Diputación se establece en la calle Pajaritos y, desde allí, en el año 1929, se queda la sede en la plaza del Triunfo, hasta 1994 cuando se inaugura la actual, antiguo Cuartel de la Carne que, en su momento, rompió los esquemas convencionales de la tradicional arquitectura sevillana: es una obra muy sobria.
El proyecto de la nueva sede se encargó a los arquitectos Antonio Ortiz y Antonio Cruz. Cuando terminaron las obras en 1994, se efectuó el cambio de sede, y se centralizaron en ella todos los servicios de la Diputación. Los servicios administrativos ocuparon el edificio del antiguo cuartel, renombrado como edificio A, y uno de los edificios de nueva planta -el llamado edificio B. El tercero de ellos -el edificio C-, tiene un carácter más bien político, con los despachos de los distintos grupos y la sala de Plenos, además de la Presidencia de la Corporación.
Durante el programa hemos hablado también con Antonio Cruz, quien comparte, junto a su compañero Antonio Ortiz, la necesidad de "la buena educación en la arquitectura, no hay que llegar a los sitios 'dando voces', sobre todo si es el centro histórico de una ciudad". A estos arquitectos les gusta la intemporalidad, y los patios, así que la intervención sobre el antiguo cuartel del siglo XVIII fue respetuosa con sus características. Sólo unas nuevas escaleras- construidas según el patrón de las ya existentes- y la inclusión de ascensores y aseos permitió su adaptación al nuevo uso: fundamentalmente oficinas abiertas.
Los materiales empleados: piedra, carpinterías y cristal, casi del mismo color, provocan una sensación muy unitaria en un edificio que, pese a sus evidentes diferencias, aspiraba a n desentonar con el edificio antiguo.