Un Melchor negro

Córdoba

Personalmente, lo de preguntarle a los invitados de ‘La Revuelta’ si son más machistas o más racistas me parece una buena idea. Otra cosa es que hayan sabido explicarlo bien o que el público lo haya querido entender. España es un país tremendamente machista, pero gracias a las locas histéricas del movimiento feminista por fin se ha dado cuenta de que lo es, y es ahí desde donde se empieza a cambiar. Como resultado tenemos a un montón de gente machista a la que le gusta el mundo tal y como está, y a otro montón de gente machista que no quiere serlo y que, con mayor o menor acierto, pone de su parte para cambiar las cosas. Ahora nos escuece no ver a mujeres en los espacios públicos o de poder y sabemos detectar actitudes discriminatorias que antes pasaban como algo normal. Con lo del racismo, por desgracia, todavía no hemos empezado ni a mirarnos al espejo.

Que la Cabalgata de Córdoba vaya a tener, por primera vez en su historia, a un Baltasar negro de verdad en vez de a una persona blanca con pintura marrón derritiéndosele en la cara es una buena noticia por su carga simbólica. Un ‘blackface’ menos por el que indignarnos y con el que hacer memes, una oportunidad para reflexionar sobre por qué no lo habíamos hecho antes, una batalla ganada en una guerra que ojalá no vayamos perdiendo, pero en la que todavía está todo por hacer.

A la vista del carácter diverso de nuestra tierra, tiene cada vez menos sentido que encontremos solo a personas blancas en los espacios visibles, ya sea en el trono de un Rey Mago un 5 de enero o en un asiento de concejal en el Pleno del Ayuntamiento. Aquí convivimos desde hace tiempo personas de diferentes categorías raciales o étnicas que hemos hecho de esta ciudad nuestro hogar, tengamos o no los ocho apellidos cordobeses. Sin embargo, las personas racializadas no tienen todavía representación en nuestras instituciones, ni en los espacios de poder, y apenas en los medios de comunicación si no es para hablar de temas muy específicos y en días señalados, como si un vecino racializado del Campo de la Verdad solo pudiera hablar del racismo que sufre pero no de qué le parece la obra del tanque de tormentas.

Este año, por lo menos, tendremos a uno en la Cabalgata, que por algún sitio hay que empezar a abrir camino. A ver si el que viene algún cordobés negro -o de origen chino, magrebí o eslavo, que también los tenemos-, se cobra una venganza histórica y se apunta al sorteo del Rey Melchor. O a alguna lista electoral.

Mientras tanto, disfrutad de las fiestas y no consintáis racistadas en la cena de Nochebuena.

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