Política

Otra vez Granada, entre las ciudades españolas con peor aire por enésimo año consecutivo

Ecologistas en Acción exige medidas que frenen el uso del vehículo privado

Humo procedente del tubo de escape de vehículos en la ciudad / J/J Images - J Morrill Photo

Humo procedente del tubo de escape de vehículos en la ciudad

Granada

Nada frena, hasta el momento, la mala calidad del aire que respiramos en Granada y la Vega de Granada. Solo nos superan Madrid y Barcelona. Un informe de Ecologistas en Acción ha vuelto a poner sobre la mesa el grave problema de esta aglomeración urbana, una de las más contaminadas del país por dióxido de nitrógeno y por otras partículas aún más peligrosas fruto de la combustión de los vehículos a motor. Granada sufre niveles de contaminación por encima de los valores máximos permitidos por la Unión Europea. Urge tomar medidas contra el tráfico y las calderas de calefacción. Está por ver cómo incide la zona de bajas emisiones de la capital que entrará en vigor el 1 de abril próximo. Ante estos datos persistentes, todo indica que habrá que tomar medidas adicionales en toda la comarca. Así lo exige Ecologistas en Acción en el mencionado informe.

El estudio asegura que "a pesar del bajón a causa de la pandemia -lo que demuestra la relación entre desplazamientos en vehículos motorizados y contaminación- seguimos con niveles por encima de las recomendaciones de las autoridades, como la Unión Europea y la Organización mundial de la Salud (OMS)". Pero Granada no sólo “disfruta” de altas concentraciones de NO2 sino que a este aire que nos envenena habría que añadir los niveles de partículas PM10 y PM2,5, bastante más peligrosas para la salud que los óxidos de nitrógeno y que superan continuamente los niveles establecidos por la normativa.

Estas partículas proceden en general de los tubos de escape de los vehículos motorizados, pero en invierno, en esta ciudad, hay que añadir el aporte, muy importante, de los humos procedentes de la vega que rodea la ciudad donde las quemas de restos agrícolas son una constante entre octubre y marzo.

Según un comunicado de la organización en la provincia, "las quemas de restos vegetales no solamente emiten óxidos de carbono sino también Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAPs) entre ellos Benzo (a) pirenos, que son muy nocivos para la salud humana por su efecto bioacumulativo y cancerígeno". En muchos casos la quema de estos restos se hace junto a otros tipos de residuos, como plásticos varios, lo que supone la liberación a ras de suelo, de contaminantes muy perjudiciales para la salud. Debido a su orografía, su frecuente tiempo anticiclónico y muchos días con inversión térmica en el invierno, la contaminación se queda estancada sobre Granada y su área metropolitana y de ahí las famosas fotos donde se ve la vega con su capa de porquería permanente, paisaje que ya nos distingue como ciudad. Las iniciativas políticas de cara a solucionar el problema de la contaminación en Granada (Planes de movilidad, Planes de Calidad del Aire) no atacan el problema en su raíz y eso hará que sigamos con el aire que respiramos hoy por muchos años más.

Informe de la organización

Con los datos provisionales recopilados por Ecologistas en Acción de las estaciones oficiales de control de la calidad del aire de una quincena de ciudades medias y grandes, que suman 11 millones de habitantes y una cuarta parte de la población española, se comprueba que todas ellas han superado durante 2024 el nuevo valor límite anual establecido por la Unión Europea para el dióxido de nitrógeno (NO2), emitido al aire urbano principalmente por el tráfico motorizado que accede y circula por nuestras calles.

Aunque en los últimos años ha venido reduciéndose progresivamente la presencia de este contaminante en el aire que respiramos, sobre todo por efecto de la renovación paulatina del parque de automóviles y del mayor peso de los de gasolina sobre los diésel, las quince ciudades analizadas deben hacer un mayor esfuerzo para cumplir el nuevo estándar legal, según el informe de Ecologistas en Acción.

Los niveles más elevados de este contaminante se han registrado durante el año pasado en las estaciones Eixample de Barcelona, Plaza Elíptica de Madrid, Granada Norte, Olivereta de València, Avenida Juan XXIII de Málaga y San Basilio de Murcia, con una concentración media anual igual o superior a 30 microgramos por metro cúbico de aire (μg/m3), frente a los 20 μg/m3 que deberían alcanzarse antes del 1 de enero de 2030 y los 10 μg/m3 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ninguna ciudad española habría incumplido en 2024 el obsoleto valor límite anual vigente, establecido en 40 μg/m3.

Pero las restantes nueve ciudades analizadas también han superado durante el año pasado el nuevo límite legal de NO2, destacando las estaciones Felisa Munárriz en Pamplona (28), María Díaz de Haro en Bilbao (26), Torneo en Sevilla (24), Plaza de Pontevedra en A Coruña (24) y El Picarral en Zaragoza (23). Las ciudades más pequeñas son las que en general han registrado concentraciones de NO2 más bajas, en Oviedo (Palacio de Deportes, 22), Palma (Foners, 22), Córdoba (Avenida Al-Nasir, 21) y Valladolid (Arco de Ladrillo, 21).

Zonas de bajas emisiones

Vencido hace dos años el plazo para que los 150 municipios de más de 50.000 habitantes establecieran zonas de bajas emisiones, apenas una veintena de ciudades han cumplido formalmente esta obligación legal, con numerosas deficiencias como ha señalado recientemente un informe del Defensor del Pueblo. Ecologistas en Acción pide a los ayuntamientos la implantación de zonas de bajas emisiones eficaces en las ciudades españolas, y demanda al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible que reclame a los infractores la devolución de los abundantes fondos europeos recibidos para este fin.

El dióxido de nitrógeno es un gas amarillento tóxico que al inhalarse afecta a los tramos más profundos de los pulmones, inhibiendo algunas funciones de los mismos, como la respuesta inmunológica, con la consiguiente merma de la resistencia a las infecciones, siendo responsable de 5.500 muertes prematuras en 2022 en España, según el último informe sobre la calidad del aire publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente.

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