Paso cambiado: “La excepción y la regla”
La opinión de Julián Granado

El «Paso Cambiado» de Julián Granado

Cifras exactas aparte, es innegable que, en este mundo cruel, una minúscula parte de la población acapara la mayúscula tajada del pastel. No sabría decir si es más escandaloso el dato en sí, o que este no mueva a escándalo a casi nadie.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Julián Granado, La excepción y la regla
Mira tú que ha habido en la historia motivos chorras, futbolísticos o sindicales, por los que ha salido la gente a incendiar la calle. Bueno, pues algo tan clamoroso como el injusto reparto de los bienes no saca al personal de casa ni para protestar. Se aducen para ello desde razones de orden público, hasta la defensa de una sagrada propiedad privada cuando no se tiene nada que perder. ¡Absurdo, vamos!
Claro que a los desposeídos los frena y hace dudar el perverso sistema vigente con cierta nana infantil llamada “de la excepción”. Del puñado de ricachones de película que escalan posiciones en la Forbes, todos están bendecidos por aquella gracia excepcional. El de Zara o Mercadona porque destinan el 1% de los beneficios a obra social, por cierto desgravable. Otros porque, gracias a su excepcional talento y un par de… amiguetes, desde el garaje de su casa fundaron algo tan utilísimo como Apple, Tesla o Facebook. Estos por su rara llaneza, aquellos por su simpar generosidad o la de su padre que les legó la fortuna e inimitable sabiduría para el maquillaje contable. El caso es que, de excepción en excepción, se asume esa regla general, contraria a la razón, por la que siempre ha habido y habrá ricos de astronomía y pobres de solemnidad.
Pero digo yo que, ya sea baremando méritos o necesidades, analógica o digitalmente, habrá que ir recortando estas piramidales y escandalosas desigualdades, ¿no? Quiero decir, desratizando la miseria por la base, y poniéndole topes por ley al enriquecimiento en la cumbre. Y que más hombres corrientes puedan ser, realmente, clase media sin el futuro condicionado por su baja extracción. Pues el actual y leonino contrato social, después de tres siglos de vigencia, ya no nos gusta. Habrá que rehacerlo, y rehacer la ley, que no puede mandar sobre la justicia. Y si no es así, por más que arda Roma, rompemos la baraja.