Exaltación de La Soledad

Morón de la Frontera

Cuando las palabras nacen del corazón y es la voz la que te eleva al amor, a las sensaciones, a los sentimientos, se le llama declamación. Y es así como el sábado nos sentimos los que acudimos a la cita que febrero marca en el calendario, la Exaltación de la Virgen de la Soledad.

ebrero se viste de ternura ante la imagen de una Virgen que lleva en su nombre el dolor, Soledad. Y es a ella a quien se le dedican las más bonitas palabras que febrero lleva.

Hoy mi comentario se llena de amor, hoy me toca hablarles de la persona que ha llenado las bóvedas de San Miguel de palabras cargadas de sentimientos, de confesiones dichas en voz alta, de herencias guardadas en los nombres de las calles, en un costal, en los sones de una música que eriza la piel, en la certeza de crecer querido y en la seguridad de haber aprendido a vivir la fe en el seno de una familia que pone en el horizonte sus creencias, siempre hacia adelante con el Señor y con su bendita Madre. Y esa persona es mi hijo, nuestro hijo, Juan Luis Mármol Fernández.

Él, dejó su impronta en el atril de la Soledad, allí desnudó su alma, volcó su corazón y nos dejó la sensación de sentirnos todos los presentes como en una familia, nos dijo que tenemos que hacer frente a nuestros miedos y que necesitamos, sentirnos niños que asustados, buscamos a nuestra Madre para que espante nuestra oscuridad y nos haga sentir que todo está bien y no sentirnos solos.

Una clase magistral de fe en la voz, por siempre radiofónica, de un hombre que se estrenó en un atril, en el que Dios dicta al corazón del que pregona y exalta y que el sábado dejó impreso en una Exaltación diferente, impactante, impregnando de azahar, la fría noche de febrero, que envuelve la figura principal de la Virgen de la Soledad, que espera ansiosa ya, la salida procesional de un sábado santo anunciado por la voz de Juan Luis bajo el crepúsculo de una Semana Santa esplendorosa. Hoy, comprenderán que al hacer el comentario se me note demasiado el sentimiento materno, es verdad y no lo oculto. Como cada año les traigo mis sensaciones de lo que escucho y hoy no podía ser menos.

Alguien dijo que hoy es ayer y pasado es mañana y que hay pocas cosas para creer, sin embargo, en la prosa poética de Juan Luis, el tiempo fue creencia y fe y en la autenticidad cristiana, el sábado la Virgen no estuvo sola, en palabras de Juan Luis: “tuve que rendirme ante una evidencia: aquel día vi, por primera vez, la magnitud de tu belleza” Soledad.

Si pueden véanlo y disfruten, créanme, lo harán.

Pero hoy, me quedo henchida de amor y de orgullo como pregonera, exaltadora y madre.