El ocio se paga

Varias vecinas caminan por las afueras del pueblo, por una senda que se pierde en el campo. Alejadas de ruido y coches, podría parecer una imagen imposible de replicar en la ciudad. No lo es del todo, pero cada vez resulta más difícil. El Canal del Guadalmellato podría ser ese espacio, un largo camino paralelo a la sierra con unos atardeceres deliciosos, ideal para pasear, correr o ir en bici. Lamentablemente, cada vez tiene más trampas. Vallas metálicas y cadenas se suceden para impedir el paso de vehículos a motor, pero también de personas. No han dejado un mísero hueco para el paso de viandantes.

Lo que podría ser una excepcional ruta saludable y paisajística se ha convertido en un coto prohibido. Sin embargo, en la otra margen del canal se levanta un majestuoso campo de golf cuyos accesos, a buen seguro, serán inmejorables. Ahí no habrá vallas, ahí no se prohibirá el paso ni se colocarán cadenas. El bienestar de la ciudadanía a golpe de talonario. Ese es el mensaje de nuestro ayuntamiento: vayan al Decalthon, compren palos de golf y dejen las caminatas que no dan réditos monetarios. El ocio hay que pagarlo.