El arte como catarsis

Córdoba

Del arte siempre se ha dicho que es algo que no es útil, en cierto modo. De hecho, cierta inutilidad del arte es fundamental para que este se produzca como pensamiento, como acción o materialización de ideas u objetos artísticos que no tienen absolutamente nada que ver, en su significado, con los demás objetos cotidianos que los rodean.

Sin embargo, esa inutilidad sí tiene una parte efectiva: la que nos permite (en ocasiones) hablar, reflexionar, digerir y asumir el horror humano a través del desdoblamiento o estetización. Creo que el horror debe tratarse artísticamente a través del símbolo, de la ficción, de la metáfora, pero no de la tragedia real inmediata. La lista de Schindler, por ejemplo, puede ser más conmovedora que otra manifestación documental o fotográfica real… esa es la potencia y la utilidad del arte: nos permite digerir lo peor.

Con motivo de la publicación de ese libro que da voz a un asesino de sus hijos, considero, personalmente, que el límite de la libertad de expresión o de la creatividad es la crueldad absoluta —y real— como tema. Hay fenómenos que pueden ser legales, pero eso no evita que sean una atrocidad.

Para mí, uno de los límites de la libertad de creación es el tormento de otro ser humano. No debes torturar a una persona ni a una familia, por tu visión artística. Es así de simple… menos aún hacer negocio. Se puede tratar el odio, la crueldad y lo más complejo del ser humano desde la ficción, sin empoderar a un asesino.

El dolor humano no debería ser una mercancía, no se debería vender ni comprar.

Marisa Vadillo

Artista y profesora de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.