La importancia de lo que nos rodea
La opinión de Lola Fernández

Morón de la Frontera
:Decía el poeta León Felipe:
“He vivido largos años
y he llegado a la vejez
con un saco inmenso,
lleno de recuerdos,
de aventuras,
de cicatrices,
de úlceras incurables,
de dolores,
de lágrimas,
de cobardías y tragedias…”
Así es como vamos llenando nuestras bolsas o nuestras maletas, de lo más importante que tenemos y hemos ido viviendo, con todo lo malo y lo bueno que nos va ocurriendo, aunque hay veces que las llenamos de cosas tan innecesarias e inútiles que es mejor que no las incluyamos en las que carguemos de por vida, esas mejor al contenedor.
Parece que estamos en un tiempo que se nos va acortando, llevamos las prisas de lo inmediato, del ahora mismo, del déjate de recovecos y al lio.
Somos espectadores de paisajes dominados por personajes que quieren gobernar el mundo entero, de individuos sin escrúpulos, capaces de dividirse las ganancias con solo una firma, con la incredulidad y la inoperancia del resto de los ciudadanos del mundo que observamos sin mover ficha.
Que las guerras están tomando la primera línea de los objetivos es claro y evidente. Que hay juicios paralelos en defensa de quién o qué personajes te gustan más, es obvio. Que no nos importan las víctimas de uno u otro bando, está claro, clarinete. Que nos hemos olvidado de vivir en paz, es una verdad verdadera, que no hacemos nada, blanco y en botella.
Y que a estas alturas de las dependencias sociales y económicas, vengan a enmendarnos la plana aquellos a los que hemos servido y de los cuales nos beneficiamos, en parte, más que obvio.
Cada vez que vemos y oímos en cualquier medio de comunicación, las noticias, nos estamos acostumbrando a ser esos monitos del wasap que se tapan los oídos, la boca y los ojos, lo que viene siendo, ni ver, ni oír y ni hablar.
Estamos absortos en un mundo de sensaciones ajenas, problemas que no nos tocan y no vemos que nos estamos cayendo del columpio, nos estamos despertando de la inocencia, del “yo no he roto un plato”, estamos empezando a ser una ciudadanía simple, infantilizada.
Como cuando éramos chicos que cerrábamos los ojos y nos creíamos que no estábamos, que desapareceríamos. Porque estamos a rebosar de políticos que nos utilizan con sus palabras, sus medias verdades y no nos merecemos esto, nos merecemos la verdad, verdadera, simplemente.
Políticos que nos digan la verdad y que nos traten como a los ciudadanos que somos, personas libres e inteligentes. Capaces de conocer la importancia de lo que nos rodea y de quienes nos gobiernan, con la verdad en la frente y en las palabras. Porque todo lo que tenemos, en nuestros proyectos, en las manos, es un tiempo de vida.
Tenemos las páginas en blanco de nuestro libro y que antes de escribirlas, tendremos que vivir esas historias, las nuestras y saber que las hemos vivido para poder contarlas.




