¿Y ahora qué?

Cádiz

¿Y ahora qué? Esa es la gran pregunta a la que se enfrenta parte del cadismo tras el empate de ayer frente a la SD Eibar que deja a los amarillos a nueve puntos de la promoción de ascenso. El Cádiz CF está en tierra de nadie dando una imagen más que cuestionable cuando se estaba jugando tener alguna opción para pelear. Sin alma, sin fe, sin fútbol y sin calidad. No se libra casi nadie del desastre de temporada.

Sí tiene margen aun Gaizka Garitano. El entrenador sacó al equipo de abajo, pero también ha fallado en los momentos claves. El Cádiz tuvo dos oportunidades para ponerse a cuatro puntos del playoff. En casa ante el Castellón, donde acabó firmando un empate y en la derrota ante el Tenerife de la semana pasada. Dos gatillazos en momentos clave que podrían haber cambiado el panorama actual. Ayer ya fue la crónica de una muerte anunciada para muchos. Al acabar el encuentro, el entrenador amarillo comprendía el enfado de la gente: "Entiendo la decepción en la afición. Veo al equipo trabajar muy bien. Es difícil coger un equipo en descenso y llevarlo al playoff, no es fácil. Tienes que ganar prácticamente todos los partidos y no estamos teniendo esa capacidad ganadora. Veo al equipo mucho mejor a nivel de solidez". El técnico sabe que ahora "no es fácil para nosotros ilusionar porque estamos en tierra de nadie en la tabla, pero siempre intentamos ganar para acercarnos arriba”.

El entrenador ha sido víctima también del conformismo del club, que no solo no mejoró la plantilla en el mercado de invierno, si no que la empeoró. Se marcharon Alejo titular en ese momento, Koaume jugador por el que el club pagó una buena cantidad económica y Glauder y solo llegaron Climent y Recio. Garitano pidió públicamente fichajes que no llegaron, pero para su tranquilidad sus jefes firmaron la salvación.

Lo que queda

Al Cádiz le restan nueve partidos por delante, pero no puede desengancharse de la competición. Este equipo es vulgar si no corre y no tiene intensidad porque le falta calidad. Son nueve jornadas en una temporada en la que vuelve a olerse un fin de ciclo evidente. Jugadores que ya no debían estar en la actual plantilla, pero que la nula planificación y la escasa visión de los que mandan no fue capaz de gestionar. Por eso, de ahí el peligro a que estos jugadores ya tiren lo que resta de temporada. Los jugadores van y vienen. Muchos deben marcharse, pero quien tiene contrato y es uno de los que más se juega es el entrenador. Garitano no puede permitir que se le vaya lo que resta de curso. No es lo mismo acabar la temporada con buenas sensaciones, aunque no se llegue arriba, que siendo un ramplón. Si esto sucede, el proyecto del año que viene con el mismo entrenador, ya nacerá tocado. La gente está cansada, harta de dos temporadas calamitosas y acabar esta todavía peor, es empezar la siguiente con grietas y sin paciencia por parte de la grada.

Quedan dos meses que se van a hacer muy largos, pero pueden serlo todavía más si el equipo no da el nivel mínimo exigible. En frente, rivales complicados que están jugándose el ascenso y que van a exigir lo máximo. A la afición no le quedan alicientes deportivos para ver a su equipo más allá del amor a su camiseta, pero la plantilla tiene que intentar enchufar con empuje a su hinchada, que para eso los amarillos son los nuestros.