Domingo de pregón
La opinión de Lola Fernández

Morón de la Frontera
Por la puerta entreabierta de la Cuaresma, va entrando un olor a flores y a cera.
Por la puerta entreabierta de la Cuaresma, han entrado las palabras del pregonero que el domingo exaltó los sentimientos guardados en las paginas de su pregón, el que le dictó Dios.
Antonio Figueroa, abrió la puerta de par en par, para que el domingo hiciera su pregón, nuestro, nos envolvió en las palabras dirigidas a la Madre de Dios y a su hijo, dejando escritas en los surcos del empedrado de las calles de Morón, la vida misma.
Adornó la prosa de su pregón, con la sencillez del que declama por derecho lo que siente el pregonero, su verdad, sus sentimientos y su vida.
Lo que es hablarnos sin tapujos de una Semana Santa particular y suya, la que siente desde niño y que ha ido madurando a pesar de su juventud cofrade, porque nunca se es joven cuando uno habla de sus hermandades, de sus devociones marianas y de su familia cristiana.
Hace poco le envié una frase de esas que marcan en tu día a día y se la mandé, porque sabia que seria parte de lo que seria su pregón, no me equivoque, porque cuando conoces a los amigos sabes de sus transparencias, “Ser mariano es llegar al cielo y que Jesús te diga: Mi Madre me ha hablado mucho de ti.” Y ella lo ha hecho, por tres veces en su vida mariana.
Él nos habló del Rocío, de la Virgen de Gracia y de la Patrona de Morón, la Inmaculada, tres advocaciones ligadas al filo de sus sentimientos, al filo de su epidermis y al interior de su corazón.
Hay muchas cosas por las que Antonio podrá estar mas que orgulloso de su pregón, una de ellas es las de llegar con la palabra al cofrade de calle, al cofrade de iglesia, al cofrade jartible y al cofrade cristiano.
Ayer, vivimos otro Domingo de pregón, otro Domingo de Pasión, de un nuevo anuncio de nuestra Semana Santa que, en menos de una semana, ira hacia otro Domingo de Ramos, que, en palabras del pregonero, “es el momento exacto en el que se junta el cielo con la tierra, donde todo comienza.”
Ayer se abrieron las puertas del cielo para que entrase ese sol tímido, que a veces, proclama a los cuatro vientos que la espera se está consumando y que faltan menos de cinco días para ver en las calles del pantano, la víspera de lo que acontecerá en menos de una semana, nuestra Semana Mayor, nuestra Semana Santa.
La ciudad que lo hizo preso de su perfecta armonía, pronto sentirá el rachear de los pies costaleros que llevaran a Dios mismo y a su bendita Madre por sus calles milenarias.
Creyentes o no, iremos tachando de nuevo días a nuestros días, horas a nuestras horas y como dijo el pregonero:
“Venga que te estoy esperando,
en la más tierna ceguera.
Que en ti tengo puesta la vida
cuando florece la primavera
del amor que quedó fundido
en mi pequeña bola de cera.”




