La Plaza
La firma de Julio Asencio en Hoy por Hoy Jerez

Jerez de la Frontera
LA PLAZA
Es noticia extraordinaria en estos tiempos que un mercado central de abastos cumpla su 140º aniversario el próximo día 25. Es el caso de nuestra querida Plaza, que así la llamamos desde siempre. Su hermoso edificio se inauguró en 1885, proyectado por el arquitecto José Esteve (y no Estévez, como dicen hoy algunos), en cuyo honor se renombró la plaza misma donde aquel se ubica. Lástima del destrozo perpetrado en 1957, cuando se derribaron tres naves para construir ese otro edificio, polémico, que es el del antiguo IARA, que rompió la armonía de la Plaza original.
Los que peinamos muchas canas y vivimos en las primeras barriadas de la ciudad, cuando de niños veníamos en autobús con nuestras madres a comprar en la Plaza decíamos que íbamos a Jerez, según la expresión de entonces (lo de ir “al centro” vendría después). Yo la recuerdo como cuando voy ahora: un lugar lleno de vida compartida que bulle entre los puestos de las diversas viandas, los colores, los aromas, los buenos productos a un precio más asequible que en otros sitios. Un enclave abierto a todos que hace comunidad, formada en buena parte por clientes que siguen acudiendo desde las barriadas.
La Plaza es el corazón de Jerez y palpita más viva que nunca a sus 140 años, resistiendo con toda su prestancia a la abominable turistificación. Miren lo que le ha ocurrido a uno de los más bellos y famosos mercados de abastos, el de La Boquería en las Ramblas de Barcelona, convertido en un engendro donde sobreviven unos pocos puestos clásicos frente a una mayoría de negocios inverosímiles para consumo de turistas.
Bien está que el Ayuntamiento jerezano conmemore con un programa de actos la longeva historia de la Plaza y la relevancia que mantiene en el centro urbano, tanto por la actividad económica que genera como por su influencia benefactora en los comercios de la zona. Pero para que mantenga su esencia y no le suceda como a La Boquería, las ordenanzas municipales deben ser tajantes, de modo que en la Plaza no haya más puestos que los tradicionales: los que le han dado y le siguen dando precisamente su sello de identidad desde hace casi siglo y medio.
Julio Asencio.