Planes y disciplina
Firma de opinión de Gabriel Pérez Alcalá. Economista y ex rector de la Universidad Loyola

Firma de opinión de Gabriel Pérez Alcalá
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Córdoba
La semana pasada dio inicio otra fase del largo trámite del Plan General de Ordenación Municipal de Córdoba. Un plan que va a condicionar la evolución de la ciudad y su entorno, y la forma en la que vamos a vivir en ella.
Muchos son los criterios que debe tener en cuenta un Plan de Ordenación Municipal para hacer una ciudad ideal: la salubridad y el fomento del bienestar; la habitabilidad de la ciudad y su relación armoniosa con el entorno; la integración social, el acceso a la vivienda y la creación de comunidad; la actividad económica y la sostenibilidad medioambiental; la movilidad en el interior y hacia el exterior; la preservación del Patrimonio y la innovación cultural; la belleza y la armonía estética de los edificios, las calles y plazas, de la ciudad.
Todos ellos son importantes para configurar una ciudad equilibrada. Todos ellos han de conjugarse en el plan. Sacrificar alguno de ellos nos llevaría a una ciudad o insalubre, o inhabitable, o fragmentada, o pobre, o insostenible, o rancia o fea.
El Plan no será un buen plan si además de ordenada, no hace una ciudad sana, habitable, integradora, rica, sostenible, culta y bella.
Pero no basta con que hagamos entre todos un Plan que recoja todos los ideales. Luego, hay que cumplirlo. Y no me refiero aquí a que haya que alcanzarlos, sino a ser disciplinados y a exigir disciplina ante las infracciones.
Porque al margen de los errores de concepto de ciudad, el desorden en las parcelaciones de la Sierra y la Campiña, la insalubridad en las casas en zonas inundables, la inutilidad de polígonos industriales sin conexión o algunos conflictos entre vecinos, tienen su origen en la indisciplina urbanística, en la falta de firmeza para perseguir al infractor de normas, en los subterfugios leguleyos, en la desidia burocrática y en la convivencia política.
No, no se trata solo de tener un Plan de ciudad ideal.
Se trata de tener la voluntad firme de cumplirlo.
Gabriel M. Pérez Alcalá