La Esperanza
Comentario sobre la estación de penitencia de la Real Hermandad Sacramental del Cristo de la Esperanza y Ntra. Sra. de Las Angustias y San Juan Evangelista


Arahal
Rafael Martín Martín - Cronista oficial de la Villa
Fue a mediados del siglo XVII, concretamente en la década de 1630, cuando, en pleno auge de la Contrarreforma —un movimiento que ya había dejado una huella profunda en Arahal, visible en el aumento de imágenes religiosas y en la creciente devoción hacia nuevas advocaciones—, nace una nueva cofradía: la conocida como la Cofradía de los Treinta y Tres Hermanos. A diferencia de otras hermandades de la época, esta cofradía se caracterizaba por poseer un único Titular, centrando su devoción exclusivamente en la imagen de un Cristo crucificado. La escultura, representativa de este periodo, se atribuye al círculo del escultor utrerano Ruiz Gijón.


Sin embargo, a pesar de contar con un único Titular, el culto de hiperdulía —es decir, la devoción especial a la Virgen— no estuvo siempre presente en esta cofradía. Durante siglos, fue habitual que, en su estación de penitencia, procesionara acompañada por una imagen mariana. En algunos años del siglo XVII, esta fue la Virgen de los Dolores de la Hermandad de la Santa Cruz de Jerusalén, y en otros, la Virgen de los Dolores de la Hermandad del Santo Entierro. Así lo recoge José Francisco Gago Bohórquez en su obra Apuntes para una historia de la Hermandad de la Esperanza. No fue hasta 1880 cuando la cofradía, a propuesta del entonces Director espiritual D. Fernando Laína, aprobó en sus Reglas la incorporación de una nueva advocación mariana a su Titularidad: la Virgen de las Angustias, incorporándose así el culto a la Virgen en esta Cofradía.


Es la única Hermandad Sacramental de nuestra localidad, título que posee desde 1945, al reorganizarse la citada hermandad sacramental que databa del siglo XVII y asumir sus funciones la Hermandad de la Esperanza, a raíz de la aprobación de sus Estatutos en el 1956.
La tarde del Viernes Santo se llena de recogimiento y emoción con la salida del Cristo de la Esperanza desde su sede canónica, la parroquia de Santa María Magdalena. Es una cita profundamente arraigada en el corazón del pueblo, donde el silencio, el respeto y la fe se entrelazan al paso del cortejo.
Se abren las puertas del cancel y, en medio del silencio expectante, aparece la cruz de guía. Da comienzo así un cortejo solemne formado por nazarenos vestidos con túnica y capa blanca, y antifaz verde. Avanzan en varios tramos, separados por las distintas insignias que, desde siempre, han sido una seña de identidad de esta Hermandad, no solo por su cantidad, sino también por la diversidad y riqueza que representan.


Es un cortejo imponente, integrado por cerca de novecientos hermanos que acompañan con devoción y respeto a sus Sagrados Titulares, en una manifestación de fe profundamente arraigada.
Aparece la imagen del Cristo de la Esperanza, escultura tallada por el tallista Manuel Pineda Calderón, en el año 1947, imagen de profunda expresividad y una carga espiritual, que siempre ha sido un referente de las grandes devociones arahalenses. Representa el momento de su muerte, con el cuerpo vencido por el dolor, pero aún sereno, transmitiendo una mezcla conmovedora de sufrimiento y paz.
Esta imagen vino a sustituir al Cristo de Orce, que fue quien sustituyó a la imagen primitiva del Santísimo Cristo de la Esperanza, debido a los aciagos acontecimientos de 1936. El Cristo de Orce, que hoy se encuentra en la iglesia de la Victoria procesionó desde 1939 hasta 1947, fecha, como antes se ha comentado, de la talla actual.


La gubia de Pineda Calderón esculpió una anatomia muy cuidada, en la que refleja con grana realismo la tensión del sacrificio, con grandes detalles de su estudio anatómico: Su rostro, inclinado hacia el lado derecho, muestra una expresión contenida, donde el dolor se suaviza con una mirada cargada de esperanza y redención, como si aún la muerte ofreciera consuelo al que lo contempla.
El Cristo de la Esperanza no solo es una obra de arte, sino un símbolo de fe para generaciones de fieles que, cada Viernes Santo, lo acompañan en su recorrido por las calles de Arahal, buscando en su mirada el consuelo en medio del dolor y la certeza de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay lugar para la esperanza.


El paso que actualmente lleva al Santo Cristo de la Esperanza es el resultado de un proceso de transformación constante, que se remonta incluso a 1882. Aunque fue en 1960 cuando comenzaron las principales reformas y no fue hasta 1984 cuando adquirió su aspecto actual. Ese año se amplió la estructura, se le añadieron candelabros de guardabrisas en las esquinas y se procedió a su redorado, dándole así el esplendor que hoy podemos contemplar en cada estación de penitencia.
Tras el constante y ordenado caminar de los cofrades, que avanzan en silencio portando sus cirios encendidos, se crea una atmósfera de recogimiento y solemnidad. La luz temblorosa de las velas dibuja siluetas sobre los muros, mientras el murmullo del respeto acompaña el paso pausado de la hermandad.


Aparece el paso de palio, un conjunto de techo de palio y bambalinas, obra de Francisco Expósito Álvarez, bordado en oro fino sobre terciopelo burdeos. Las bambalinas, diseñadas por Andrés Morell, se iniciaron en el año 2002, concluyéndose en el año 2008. El techo de palio es diseño del propio bordador Francisco Expósito y se concluyó en el año 2012. Todo ello completado con unos respiraderos restaurados en la década de los 90, una candelería de los años 70, todo ello obra de José Brihuega, jarras de la Orfebrería Villarreal de 1962, al igual que su peana realizada en el 1994 en los mismos talleres.
Todo un conjunto armónico que acoge a dos figuras, la Virgen María, bajo la advocación de Ntra. Sra. de las Angustias y San Juan que ocupan un lugar único en el drama de la Pasión de Cristo. Ambos encarnan el amor fiel, el sufrimiento compartido y la entrega silenciosa.


Único paso de palio en el que figura la imagen de San Juan, una imagen de mucha devoción en Arahal. Fue titular de una Hermandad desde el siglo XVII, aunque desapareció en el siglo XIX como tal en ese período, pero su devoción fue acogida por las Hermandades arahaenses. Ya se tiene constancia de su procesionar con la Hdad de Jesús Nazareno desde 1813 pero fue a partir de 1891 cuando la Hdad de la Esperanza la incluyó como advocación en su seno.
Una imagen que aparece junto a la Virgen de las Angustias y encarna a ese discípulo amado que representa la lealtad, la juventud que no huye, el testigo que acoge el encargo de cuidar a la Madre como un hijo. Su figura, cercana y humana, es símbolo de la fidelidad hasta el final, de la amistad que no se rinde ante el miedo.


Y como eje principal en ese cuidado y hermoso palio la Virgen de las Angustias, que aparece cuando el incienso acaricia el aire y el murmullo de la devoción llena las calles de Arahal. Su paso, envuelto en el silencio más profundo, se desliza como un suspiro contenido entre cirios encendidos y almas conmovidas.
Su rostro, de delicada serenidad, es reflejo del dolor asumido con amor. Sus lágrimas que recorren sus mejillas y su mirada lo dicen todo: la pérdida, la entrega, la fe inquebrantable de una madre que ha visto morir a su Hijo. Sus ojos no buscan consuelo, lo ofrecen. Son remanso en medio del duelo, faro para los corazones que se pierden en su contemplación.
Bajo su palio bordado con primor y recogimiento, la Virgen camina como flotando, vestida con la elegancia austera de quien ha aprendido a sufrir con dignidad., con el puñal, clavado en su pecho, como símbolo del dolor, del amor más puro y del sacrificio más profundo.
Su corona, señala su realeza que nace del corazón. Es la Señora de las Angustias, Madre del Crucificado, que transforma el llanto en consuelo, el silencio en plegaria, la angustia en esperanza. Su paso no es desfile, es liturgia viva, es catequesis hecha imagen.
Ambos conforman una escena de profundo significado espiritual y humano: el vínculo entre el amor, el dolor y la esperanza, en el momento más oscuro, pero también más luminoso, de la historia cristiana.


Y cuando se aleja, entre la penumbra de la noche y el resplandor de los cirios, deja tras de sí una estela de paz. Porque no es una imagen que se mira… es una presencia que se lleva dentro.
Ambos pasos tienen un acompañamiento musical acorde con su elegancia, la Agrupación Muscial Santa María Magdalena, que en aquellos años de 1972 y 1973 acompañó al Cristo de la Esperanza, bajo el nombre de la citada Hermandad, dirigida por el añorado maestro D. Manuel Rodríguez Ruiz. Esta agrupación que, merecidamente, ha sido galardonada con la bandera de Andalucía. Junto a ella, en el paso de palio, la Asociación Musical Ecijana.
Unos Titulares portados por hermanos costaleros que hicieron sus primeros ensayos allá por el año 1978 y desde entonces, su cita anual es una ilusión presente en ellos desde el mismo momento en que las imágenes entran en su templo, con el pensamiento en la próxima estación penitencial.
A ellos, les quiero dedicar este comentario por el reconocimiento, gratitud y apoyo en el sentido y emotivo homenaje que han querido rendir a quien fuera su capataz y compañero bajo el paso, Juanma Brenes Gago, recientemente fallecido. Como muestra de cariño, respeto y gratitud, han regalado a la Virgen un broche con forma de árbol de manzano, una pieza cargada de simbología que representa las raíces profundas que Juanma dejó en la Hermandad.
Este gesto, que une fe, hermandad y sentimiento, es más que una ofrenda material: es una declaración de amor y memoria eterna. El árbol, símbolo de vida y permanencia, refleja la huella imborrable de Juanma en cada uno de sus hermanos costaleros. Bajo el paso que tantas veces compartió, su recuerdo quedará para siempre, prendido en el pecho de la Virgen que tanto veneró.
Un acto sencillo pero lleno de significado, que perpetúa la memoria de quien entregó su vida a Ella, a su Hermandad y a sus hermanos. La Esperanza de Arahal llevará ahora, junto a su manto, un pedazo del alma de Juanma.

Sonia Camacho
Sonia Camacho es directora de Bética de Comunicación y fundadora de Estudio 530. Comunicadora andaluza...




