El deterioro del acuífero de Doñana no solo afecta a Matalascañas: Mazagón ha registrado un descenso de más de 10 metros
Una investigación del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Huelva apunta a la falta de coordinación entre administraciones y décadas de extracciones, junto a la complejidad hidrogeológica de la zona, como causas de que se haya detectado previamente el descenso drástico del nivel freático, amenazando a uno de los ecosistemas más valiosos de Europa.

"no se conocía deterioro de la parte oeste del acuífero": Manuel Olías
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Huelva
El acuífero Almonte-Marismas, fuente vital de agua para el Parque Nacional de Doñana, atraviesa una crisis sin precedentes. Dividido administrativamente entre la cuenca del Guadalquivir y la demarcación del Tinto-Odiel-Piedras, su gestión, según los autores de este trabajo, ha carecido de una visión global que exige la Directiva Marco del Agua. El resultado: una alarmante caída en los niveles de agua subterránea, con descensos de más de 10 metros en zonas como Mazagón.
Manuel Olías, catedrático de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Huelva, destaca la complejidad del problema y reclama una gestión más coordinada del recurso.
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"no se conocía deterioro de la parte oeste del acuífero": Manuel Olías
Las primeras extracciones en el área comenzaron en los años 70 para abastecer el riego agrícola y el crecimiento urbano del núcleo costero. Aunque las captaciones para el consumo urbano cesaron en 2016, los niveles del acuífero profundo no se han recuperado. Todo indica que las extracciones agrícolas siguen siendo responsables del deterioro.
Más preocupante aún es el impacto en el acuífero somero —menos profundo, pero crucial— del que dependen diversos ecosistemas acuáticos y especies vegetales. Aunque las bajadas del nivel freático apenas alcanzan 1 metro, este pequeño descenso puede tener consecuencias ecológicas significativas. Zonas como el arroyo de La Rocina y pequeñas lagunas en El Abalario, dependientes de ese delicado equilibrio hídrico, podrían verse gravemente afectadas.
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Manuel Olías - problemas de sobreexplotación en la zona oeste
Los efectos del bombeo también han desplazado la divisoria de aguas subterráneas hacia el este y noreste, alterando los flujos naturales y reduciendo el aporte de agua subterránea a La Rocina, uno de los arroyos clave que alimenta las marismas de Doñana.
Debido a la lenta respuesta de los sistemas subterráneos, el daño ecológico aún podría estar latente. Estos investigadores alertan de que los efectos podrían hacerse visibles dentro de años, cuando ya sea demasiado tarde para revertirlos.
Se trata de un caso de interés para la comunidad científica internacional, al tratarse de un ejemplo claro del impacto del bombeo en un sistema hidrogeológico compartido entre dos demarcaciones hidrográficas con dos niveles acuíferos, uno superficial y otro más profundo.
Frente a este escenario, expertos y ecologistas reclaman una respuesta urgente, coordinación real entre administraciones y medidas efectivas para restaurar el equilibrio hídrico de Doñana, antes de que la sequía invisible que avanza bajo tierra termine por secar su rica biodiversidad.
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"Hay que tomar medidas para solventar el problema": Manuel Olías
El trabajo ha sido publicado en el último número de la revista científica 'Environmental Monitoring and Assessment'.
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Santiago González Sarrión
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