A oscuras a plena luz del día
Se apaga la luz y aunque estemos a pleno sol, se hace la oscuridad para muchas de nuestras rutinas.

A oscuras a plena luz del día
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Sevilla
Esta iba a ser una columna sobre la sanidad y la dependencia. Hoy había pensado hablarles de las insoportables listas de espera, de la importancia de un servicio público esencial, de un derecho ciudadano del que depende, muchas veces, nuestra propia vida.
Entonces llegó el gran apagón y lo cambió todo. O no. Porque si algo nos recuerdan estas crisis, estas horas de zozobra y de incertidumbre, es la necesidad de esas redes de protección cuando todo falla.
Los bomberos, policías, funcionarios, servicios de emergencia. Los sanitarios que han seguido al pie del cañón tirando de generadores diésel. Los vecinos que han compartido el transistor, que han auxiliado a personas atrapadas en los ascensores. Los comercios de barrio, como la tienda de ultramarinos de mi calle, que han fiado los cobros a los clientes que no disponían de efectivo.
Se apaga la luz y aunque estemos a pleno sol, se hace la oscuridad para muchas de nuestras rutinas. Regresan recuerdos y miedos de la pandemia. Al final, es la mano del otro, el gesto del vecino, lo que más nos ilumina.




