La inestética
La opinión de Julián Granado
02.05.25 Julián Granado
Morón de la Frontera
La primera vez que vi a uno de ellos pensé que era alguno de esos locos, que se decía entonces, a los que por no sacar más de quicio se les permitía hablar solos por la calle. Tardé en darme cuenta de que no constituían ningún brote de esquizofrenia colectiva, ni hablaban con su propio espectro autista. Sino que lo hacían con alguien, a través del móvil que viajaba en su bolsillo. Ausente con el que sostenían una acalorada polémica, de la que mantenían informado al autobús en pleno. Para que luego hablen de la estricta privacidad de nuestros datos y conversaciones y tal.
De forma similar, y para sorpresa a cuadritos de mis ojos, la primera vez que me fue dado contemplar un dilata en el lóbulo de la oreja, un arete colgando del cartílago nasal, un pegote botulínico en los morros o una incrustación adamantina en el esmalte incisal, todo ello horadando o perforando o socavando la integridad del cuerpo…, intuí entonces que nuestro caletre occidental, falto de ideas, había importado una provocadora línea de moda africana, o mongólica, para el otoño-invierno. Cuál no sería mi estupor al comprobar que el asunto pasaba de lo transitorio a lo permanente. Y que como en una orgía automutilante, los adeptos del tatuaje se inyectaban litros de tinta indeleble bajo la epidermis. Y por arte de silicona, los culos se inspiraban ahora en la mesa camilla, y las tetas soñadas cobraban dimensiones reales de pesadilla. Y dando por descartado que nada de eso sea bello, ¿Cuál sería pues el mensaje? ¡Ah, que no lo hay! ¿Una pancarta en blanco, un grito sin eco, un chiste sin gracia? ¡Vamos, no me jodan!
Porque no me negarán que la deriva ética de este mundo nuestro desbarra y chirría y desafina. Los estoicos estamos hechos ya a ello. Sabemos que la moral entra por los ojos de la razón, para la que son ciegas más personas de las que sería deseable. Pero, ¿y la estética? Esa entra por los cinco sentidos, cuyo ADN compartimos en un 99% la inmensa mayoría de los seres humanos, de cualquier edad o condición. Me resulta increíble que, con el 1% restante, vayan algunos por ahí hablando solos o travestidos de zulúes fuera de su sitio. Más que tribales, lo que viene siendo esperpénticos.