Cunext y el milagro de una licencia a tiempo
Firma de opinión Alfredo Romeo, empresario y emprendedor

Cunext y el milagro de una licencia a tiempo. Alfredo Romeo
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Córdoba
En Córdoba, cuando alguien promete algo "para abril", lo más prudente es echar mano del calendario... y de la paciencia. Por eso, lo ocurrido con Cunext merece ser contado como se narran las gestas improbables: la licencia llegó. En abril. En tiempo y forma. Y sí, hay que decirlo alto y claro: cuando las cosas se hacen bien, también hay que reconocerlo.
La mayor empresa industrial de Córdoba, líder europea en la producción de cobre, ha conseguido por fin luz verde para su planta de cobre verde, un proyecto estratégico no solo para la compañía, sino para toda la ciudad. Que una inversión así no se fuera al traste por una losa burocrática no es una victoria menor.
Pero que esto sea noticia —que una administración funcione como debe— es, precisamente, parte del problema. El sistema está tan acostumbrado al atasco, que cuando el engranaje gira como toca, hay que celebrarlo como si el AVE hubiera llegado a Rabanales. Y aquí está el punto clave: si se ha podido hacer rápido y bien para Cunext, ¿por qué no se puede hacer igual para las pequeñas empresas?
Porque la licencia de Cunext no ha venido con milagros, ni con reformas legales, ni con mesas de diálogo. Ha venido cuando ha habido voluntad, coordinación y presión. Y eso, que ha funcionado para una gran industria con peso mediático y económico, también lo merecen quienes montan una panadería, un taller o una tienda en un barrio. El tejido productivo no está hecho solo de grandes nombres, sino de miles de pequeñas historias empresariales que no tienen titulares… pero sí tienen facturas que pagar cada mes.
Así que sí, enhorabuena a la Gerencia de Urbanismo por haber hecho su trabajo. Esta vez. Porque cuando Córdoba funciona, ganamos todos.