Vecinos de los corralones de Málaga claman para que no se pierda la tradición popular: "Necesitamos dinero para mantenerlos"

Málaga

Vecinos de los corralones de La Trinidad y el El Perchel de Málaga (justo en la semana en la que están en marcha las visitas a estos recintos) muestran su malestar por las escasas ayudas económicos que les otorga administraciones como el Ayuntamiento de Málaga.

Tiene que hacer frente a demasiados gastos y reclaman al consistorio mayor dotación para sacar adelante el cuidado de estos espacios para intentar incrementar las visitas a uno de los puntos con mayor tradición de la ciudad y ubicados muy cerca del centro histórico.

Manuel Guillén y José Rosado son dos de estos vecinos que impulsar los corralones y que se pueden visitar a lo largo de todo el año. Ambos han relatado en SER Málaga como son sus recintos, el tiempo que dedican, cuando se pueden visitar (siempre de forma gratuita) y que necesidades tienen.

Ampliar

Cerrar

Así es vivir en un corralón

En pleno casco urbano de Málaga, donde el turismo y la modernidad han transformado barrios enteros, sobreviven como testigos silenciosos de otra época los corralones de La Trinidad y El Perchel. Estas construcciones tradicionales, con sus patios comunitarios y fachadas floridas, representan mucho más que una forma de vivienda: son el corazón de una identidad colectiva que resiste al paso del tiempo.

Originados entre los siglos XIX y XX para alojar a las clases trabajadoras, los corralones son viviendas organizadas en torno a un patio central, donde antiguamente se compartían lavaderos, cocinas y un sinfín de historias cotidianas. Aunque durante décadas estuvieron asociados con la pobreza y la precariedad, hoy han sido revalorizados como símbolo del patrimonio popular malagueño.

Ampliar

Cerrar

Los más famosos y ambientados

En los corralones de La Trinidad y El Perchel aún se respira comunidad. Vecinos que se conocen de toda la vida, macetas cuidadas con mimo, ropa tendida al sol y puertas siempre entreabiertas. “Aquí nadie está solo”, cuenta Antonia, una residente de 78 años que ha vivido toda su vida en un corralón de la calle Jara. “El patio es nuestra segunda casa. Aquí se celebran cumpleaños, se llora a los que se van y se comparte lo poco que se tiene.”

Evitar su desaparición

Desde hace años, asociaciones vecinales y el propio Ayuntamiento de Málaga trabajan para conservar estos espacios y evitar su desaparición ante la presión inmobiliaria. Iniciativas como el concurso de patios o las rutas culturales por los corralones han contribuido a poner en valor su belleza estética y su función social. A pesar de ello, muchos corralones han sido derribados o reformados para dar paso a nuevas construcciones, lo que genera preocupación entre los vecinos y defensores del patrimonio.

El desafío ahora es mantener este equilibrio delicado entre desarrollo urbano y preservación cultural. Porque, como muchos malagueños defienden, los corralones no son simplemente casas: son retazos vivos de una Málaga que aún late entre macetas, geranios y conversaciones de patio.