Seremos mejores cuando

Hace apenas unos días le otorgaron el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades al filósofo coreano afincado en Alemania ByungChul Han. En el veredicto se hace referencia a su brillantez para interpretar los restos de la sociedad tecnológica destacando que su análisis es sumamente fértil y proporciona explicaciones sobre cuestiones como la deshumanización, la digitalización y el aislamiento de las personas. Concluye el acta del jurado apuntando que su mirada arroja luz sobre fenómenos complejos del mundo contemporáneo encontrando un amplio eco sobre todo tipo de público.

De todos los méritos que se apuntan en el acta será este último, su capacidad de despertar el interés del gran público hacia la filosofía, el que me parece más relevante de todos. Ahora bien, cuando uno se aproxima a la obra de este filósofo lo que descubre es una cosmovisión dominada por un acervo de palabras que, leídas de corrido, no nos dejan en muy buena posición: Sociedad del cansancio, síndrome del desgaste ocupacional, auto-explotación, narcisismo, rendimiento, infocracia, la agonía de eros, la expulsión de lo distinto,… Se podría concluir que, una parte de este reconocimiento pasa por su capacidad de diagnosticar el malestar contemporáneo.

Me pregunto si este éxito sería igual de relevante si, en lugar de enfocar su trabajo hacia este malestar, lo orientase hacia la faceta bondadosa del género humano. Si demostrase, tal y como ha sucedido con intelectuales como Steven Pinker o el holandés Rutger Bregman, que vivimos en un mundo donde la solidaridad, la cooperación y el altruismo prevalecen especialmente en los momentos más difíciles.

No quisiera terminar esta columna de opinión sin recordar una frase del escritor Antón Chéjov que señalaba que el hombre será mejor cuando le muestren cómo es en realidad. Ahora solo falta preguntarnos qué es lo que nos muestran y qué es lo que mostramos.

José Carlos Ruiz. Profesor de Filosofía de la Universidad de Córdoba