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Opinión

Nuestro viejo amigo ha llegado

El subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre el comienzo de los días de calor, antesala de un verano que, al menos, viviremos con los pantanos llenos

Carlos Navarro Antolín: Nuestro viejo amigo ha llegado

Está aquí, ha llegado como el olor de los nardos que anuncian el verano. Está aquí, ha plantado el estandarte en la playa del asfalto, ha puesto las guayaberas en los escaparates y ha metido los abrigos en el altillo. Está aquí para ser parte de nuestras vidas, origen de nuestros sofocos y lastre de nuestra existencia. Está aquí, fiel a la cita, nunca se despista.

Sí, ha llegado nuestro principal blasón: el calor. Somos hijos del calor como lo somos de la luz. Estos días nos reencontramos de alguna forma con nosotros mismos. Esto es lo nuestro, aunque nos cueste, aunque muchos días sea insufrible. Buscaremos la alianza de la sombra, tan difícil por culpa del urbanismo duro que azota la ciudad desde hace tantos años.

Está aquí para recordarnos al fin que también vivimos, que somos porque estamos, que ya habrá tiempo de estar a la sombra del ciprés. Sufrir el calor de Sevilla es una fe de vida... Y de resiliencia. Este anticipo de verano será el comienzo de la travesía hacia el paraíso de una nueva primavera. Tendremos que ser fuertes otra vez, aunque esta vez con los pantanos llenos. Siempre hay motivos para el alivio y la esperanza. El calor con agua es menos calor. Paciencia, sombra y búcaro. Albero, climatizador y camisa ancha. Nuestro viejo amigo ha llegado. El calor, horma precisa y china inevitable de nuestros zapatos.