La Feria sin caballo

La Ciudad de Jerez siempre ha tenido como referentes internacionales el vino, el flamenco y el caballo. Y si hay un lugar en que estos tres mundos confluyen es la Feria del Caballo. Se bebe el vino de la tierra, se disfruta del flamenco en muchas de sus expresiones y se exhiben caballos y enganches. O eso se dice en las promociones de la Feria.

La realidad es que el vino se bebe, rebujado o no. El flamenco sufre los ataques de otros ritmos, pero el baile por sevillanas sigue siendo la seña de identidad y el sonido de la feria.

Pero el caballo, que da nombre a la feria, cada vez tiene menos protagonismo. Su declive comienza a ser agónico, sin que el organizador de la feria, el Ayuntamiento, tome medidas.

Hasta poco después de la celebración de los Juegos Ecuestres Mundiales de 2002 en el paseo de la feria era tal la explosión de caballos y enganches, que en los días grandes de la feria cruzar sus calles era casi un deporte de riesgo. Y no sólo había cantidad, había mucha calidad, particularmente en los enganches.

Lo cierto es que el paseo de caballos de la feria ya no es, ni de lejos, lo que era. La feria se ha quedado para los foráneos como una tienda sin escaparate. Una colorida, magnífica, divertida y gigantesca verbena, que nada tiene que ver con lo que fue hace veinte y más años

Y al triste paseo de caballos se une la escasa presencia de las competiciones hípicas que se celebraban alrededor de la Feria del Caballo. Las que aún se hacen no tienen promoción alguna por parte del Ayuntamiento, que más bien las organiza por herencia que por interés. Sólo hay que darle un vistazo a la web municipal para detectar la desgana con que se celebran estos actos. Nada de descripción de las competiciones. Sólo el horario y la ubicación. Y hasta llega a confundir el caballo español con el árabe en la información de uno de los eventos. El colmo del despropósito.

Las instalaciones del depósito de sementales, propiedad del Ministerio de Defensa, languidecen durante el año para sólo despertar con motivo de la feria. Y es precisamente por su ubicación cercana al recinto ferial hace tiempo que, sin uso militar, debería haber pasado a manos del Ayuntamiento. Pero ninguna de las tres Alcaldesas que ha tenido esta ciudad en los últimos veinte años se ha preocupado de ello.

Aún quedan numerosas yeguadas de particulares que mantienen el caballo como afición o como negocio. Y aquí está para atestiguar la herencia ecuestre de esta ciudad la Real Escuela del Arte Ecuestre, perteneciente a la Junta de Andalucía. O la Yeguada del Hierro del Bocado, propiedad del Estado. Instituciones ambas fuera de la órbita municipal, con el riesgo de un improbable pero posible traslado a otras ciudades, a la vista de lo poco que importa tanto a Ayuntamiento como Diputación Provincial el caballo en Jerez.

En una ciudad donde el desempleo es endémico y la principal preocupación de sus ciudadanos, ni Ayuntamiento ni Diputación Provincial promocionan el sector ecuestre, ignorando la cantidad de recursos económicos y trabajo que mueve este mundo. No les vendría mal a los políticos locales darse una vuelta por el Salón Internacional del Caballo en Sevilla, por poner solo un ejemplo, para que se den cuenta de ello.

O se espabilan o para la Feria, el Caballo, solo será un apellido.