Narcolanchas que saludan
En Andalucía ya no hace falta ver una serie para sentir que estás en territorio narco. Basta con subirse a un barco por el Guadalquivir

La opinión de Ángela Cañal sobre la visita de una delegación del parlamento europeo para analizar las consecuencias del narcotráfico
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Sevilla
Hace unos días, un patrón que hace rutas para grupos por el río me contaba cómo, en plena travesía, una narcolancha había aparecido descendiendo la corriente. Sus tripulantes, encapuchados, pasaron a su lado tranquilamente y los saludaron con la mano. Como quien saluda a un vecino. Así de cómoda, y a la luz del día, es la impunidad que sienten.
Escenas como esta son las se han venido a encontrar los eurodiputados que visitan nuestra tierra estos días para conocer las condiciones en las que trabajan nuestras fuerzas de seguridad.
No importa si la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo tiene más de un color o de otro. No entremos en eso. Lo importante es que miren. Que entiendan. Y que lo cuenten.
Porque aquí hablamos de organizaciones criminales con muchos millones para comprar armamento, vehículos, tecnología, silencio y hasta respeto. Mafias que superan en medios, y en poder, a quienes tienen que enfrentarse a ellas.
No es nuevo. Ya se lo decían hace años, por ejemplo, al entonces ministro del Interior Juan Ignacio Zoido, que ahora es europarlamentario y formaba precisamente parte de visita parlamentaria de esta semana. Entonces también se les decía que exageraban, como ayer repitió el Gobierno.
España es frontera sur de Europa no solo para la inmigración, también lo es para el narcotráfico. Lo que ocurre en la Costa del Sol, en el Campo de Gibraltar o en el Bajo Guadalquivir afecta a toda Europa. No hay más que mirar a Países Bajos o a Suecia, donde también se enfrentan a redes cada vez más violentas y peligrosas.
Por eso, que vengan eurodiputados, que miren, que se escandalicen, es una buena noticia. Aunque nos saquen los colores. Estaremos un poco más cerca de que entiendan el problema, y nos ayuden.




