¡Cuidado con el antisemitismo!

Morón de la Frontera

Me lo vienen advirtiendo hasta la saciedad. Desde la derechaza y la derechona, desde la socialdemocracia gobernante, e incluso por boca de cierto expresidente socialista que va por esas televisiones sentando cátedra de disidencia senil. Todos me lo repiten: ¡Cuidado con caer en el antisemitismo inconsciente! Antes de acusar a Israel de genocida, enjuagarse la boca con lejía y escupir tres veces contra el terrorismo de Hamás, que utiliza miserablemente a los palestinos como escudos humanos. Y diferenciar muy claramente -me avisan esas voces- por un lado al Estado de Israel, que pese a incurrir en algún que otro exceso, tiene todo el derecho a defenderse militarmente. Y por otro lado al influyente judaísmo internacional, al que no hay que tocar ni un pelo. Ni al ultrarreligioso, aunque este último forme parte del gobierno israelí, y uno de sus fanáticos ministros haya declarado cómo urge “exterminar a todos y cada uno de esos miles de bebés gazatíes, que dejados crecer a su aire violarán dentro de 15 años a las hijas de Israel”. Los niños considerados como semillas venenosas, vamos. Pero, pese a todo, esas declaraciones no se pueden condenar. Como tampoco el control que la larga mano hebrea ejerce sobre Wall Street o el Banco Mundial. Ni se debe acusar de pasividad a la sociedad civil israelí, aunque apenas proteste ante las atrocidades cometidas por su ejército, ni ante la ilegal ocupación de tierras ajenas por parte de colonos sospechosamente ultraortodoxos. Nada, nada de eso es denunciable, so pena de deslizarse sin darse cuenta por la pendiente del antisemitismo. Una hipoteca que firmaron los nazis cuando el Holocausto y que tenemos que seguir pagando todos, incluidos los que aborrecemos aquella ideología. Y bueno, ya de empapelar ante el Tribunal Penal Internacional a toda la cúpula, desde Netanyahu hasta los altos mandos militares, ya de eso ni hablar. Inviable desde que los apoya Trump, otro socio de la Hermandad del Crimen Impune.

Pues bien, ¿saben qué les digo? Que, pese a todas las advertencias en contra, yo seguiré denunciando a los criminales de guerra que todo el mundo conoce, aunque no todos lo reconozcan. Llámense con un nombre u otro, judíos o gentiles. Y por el riesgo de incurrir en “antisemitismo”, no se preocupe nadie. Que de ese pecado ya me confieso yo, si acaso.