El peligro de junio
El subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre las características del mes de junio, el que marca el final del curso

Carlos Navarro Antolín: El peligro de junio
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Junio es el mes que hace las veces de albacea del curso. Comienza el fin, la hora del balance, de hacer las cuentas. El calor se une al cansancio y la mezcla puede ser explosiva. Junio exige paciencia, mesura y oídos sordos a la tentación de tomar grandes decisiones. Por eso, quizás las elecciones municipales siempre son en torno al fin de curso. Para dejar claro el antes y el después de la gestión de las ciudades.
La llegada del verano marca el fin del año real, aunque la ciudad ya ni se quede vacía ni sin actividad en los días de verano, porque hace años que tenemos convocatorias, actos, pasos en la calle y turistas todos los meses.
Junio tiene el color rojo sacramental, el agobio de las calorías, los nervios escolares del fin de etapa, el sopor de los mediodías, los chillidos de la algarabía de una piscina y la esperanza en unos días de descanso que se intuyen próximos.
Mejor dejar que pase junio con la mayor discreción. Junio tiene peligro sordo. Es el mes de la fatiga, como septiembre es el del calor húmedo, o enero el de la tristeza.
Tengan cuidado ahí fuera que es junio, no estamos acostumbrados al calor y espera la declaración de la renta a la vuelta de la esquina de una calle sin sombra.




