La Ventana Andalucía
Opinión

Un auténtico baño de realidad juvenil

UNICEF advierte de la progresiva disminución de la preocupación de los jóvenes por la violencia de género

La Columna de Ana Huguet (02/006/25)

En el medio de comunicación en el que trabajo, 7 TV Andalucía, organizamos desde hace tres años talleres informativos con estudiantes de 3º y 4º de la ESO de distintas ciudades e institutos para tratar de hacer pedagogía con una lacra social que no para de crecer: la violencia de género entre menores de edad. El número de casos se ha disparado más de un 30% en el último año contabilizado y las adolescentes son las víctimas que más aumentan. Por solo aportarles un dato más, si nos referimos a la violencia sexual, la incidencia ya alcanza al 9% de las chicas de entre 13 y 17 años. Mientras, UNICEF advierte de la progresiva disminución de la preocupación de los jóvenes por esta violencia, hasta el punto de normalizarla o incluso negarla.

Les cuento todo esto porque en la última semana hemos celebrado otro de estos talleres en una ciudad andaluza y el retorno del alumnado ha sido tan revelador como desolador. Tras una hora de charlas, vídeos, información e interacción con expertos, estas fueron las preguntas de los estudiantes. Se sucedieron una tras otra:

- “Si queremos igualdad, ¿no habría que quitar los tratos especiales a mujeres?”

- “¿Por qué las consecuencias no son las mismas si una mujer ataca a un hombre?”

- “La mujer también agrede al hombre, ¿ cual es la diferencia entre violencia de género y violencia doméstica?”

- “¿Cómo se llama la violencia de la mujer al hombre?”

- “¿Por qué el programa se titula violencia de género entre adolescentes si solo tenéis en cuenta la violencia machista?”

- “En el caso de que una mujer ataque a un hombre y éste se defienda agrediéndola, ¿eso es violencia de género?”

- “Imagínate que mi pareja va a la policía diciendo que yo le estoy pegando mucho. A mí, si fuera adulto, me llevarían al calabozo del tirón, ¿no?

Hubo más preguntas de este tipo.

Lo advierten las estadísticas año a año y los chavales, tanto chicos como chicas, lo expresaron sin pudor. Pero seguimos sin hacer más pedagogía en los centros educativos; seguimos sin controlar el porno, con una edad de inicio de consumo que ya está en los ocho años; seguimos normalizando música que denigra a la mujer; y seguimos sin restringir videojuegos violentos y sexistas que llegan a premiar a un jugador en función de las violaciones que complete, las prostitutas a las que pague o los golpes que propine a una adolescente hasta amoratarla.

Tras la grabación del programa de televisión, hecha polvo, puse rumbo a casa. Había sido un auténtico baño de realidad. Sin embargo, se equivoca quien demonice a la juventud. Lo que sonroja y no tiene un pase es nuestra inacción.