La edad de la inocencia
El Paso Cambiado de Julián Granado

Morón de la Frontera
En aquellas pandillas de nuestra adolescencia que acaso tuvieran un mando bicéfalo, siempre había que estar preguntando cuál de los dos chulitos de barrio detentaba interinamente el poder. Sin duda preparándose en el fango juvenil para los combates de la vida futura, los dos líderes hormonales sabían, por maquiavélica intuición, que habían de compartirlo. Y de pactar, y de vigilarse entre sí, a la espera del hachazo definitivo que lograran asestar al contrario.
Claro que a los demás, pobres gallinas desamparadas, ni siquiera se nos había ocurrido la posibilidad de un golpe de autogobierno que nos liberase de aquel co-despotismo. Más bien, lo que nos echábamos era a temblar cada vez que estallaba una sorda bronca entre los dos gallitos de pelea. Y respirábamos aliviados cuando, después de terminada en tablas la trifulca, escenificaban ambos con mucho boato un armisticio de recreo, durante el que se ofrecían Celtas Cortos para fumar la pipa de la paz. ¡Qué bobos los demás! Claro, como adolescentes que éramos, dispuestos a creernos cualquier clase de cuentos que nos contaran para cerebros aún por madurar.
Pero para mi generación, más que adulta vieja ya, aquella edad de la inocencia tan lejana no nos vale a estas alturas ni siquiera como excusa. Con la mayoría de edad alcanzamos no solo el derecho, sino también la responsabilidad e incluso la culpa de lo que votamos, a veces requeteavisados en contra, y sin que, por eso mismo, podamos después llamarnos a engaño. Sin embargo, hay electorados como el norteamericano que cada cuatro años vuelven a la adolescencia, y se arriman al canto de sirena que mejor les suena. No sé de dónde sacarán esas reservas inagotables de ingenuidad. Pero, aun después de visto lo visto, todavía les queda para creer que Musk y Trump son dos excelentes personas, patriotas, mentalmente solventes, y cumplidores a carta cabal. Y que, como todos los buenos amigos, volverán a serlo dentro de un tiempo. No demasiado. Para tranquilidad del gallinero.




