La supervivencia al sevillano modo
El subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre la crisis vivida este fin de semana con la desafortunada restauración de la Macarena
Carlos Navarro Antolín
La parte positiva de las crisis es que nos ponen delante del espejo, nos vemos tal como somos. Afloran nuestras fortalezas y debilidades, nuestros asideros, nuestra verdadera escala de valores, nuestro carácter…
Un sábado te levantas y han retocado la cara de la Macarena, el rostro que guarda las oraciones de miles y miles de devotos. Un domingo te despiertas y Estados Unidos ha bombardeado las plantas nucleares de Irán. Los norteamericanos han entrado en la guerra, tal como se anunciaba en la previsión más negra.
El mundo se tambalea cada día más. Quizás por eso en Sevilla cuidamos el valor de la Esperanza. No es que no seamos conscientes de las miserias del planeta. ¿Cómo no vamos a serlo si las tenemos en varios de nuestros barrios, entre los más pobres de España? Hay que despertarse cada cada día, convivir con las desgracias, procurar arrimar el hombro para hacer un mundo mejor, cada uno desde su parcela, y mantener una sonrisa de gratitud que también le haga más fácil la vida al de al lado.
No nos asusta un atasco de tráfico en Sevilla Este, sino perder el asidero de nuestros padres y abuelos y de los padres de nuestros abuelos. Este criterio es justamente nuestra fortaleza. Nos aceptamos a nosotros mismos, procuramos vivir en nuestro mundo sin ser ajenos al mundo global. No es escapismo, es nuestra supervivencia al sevillano modo. Solo tememos perder la cara que le da sentido a nuestras vidas, que nos ayuda a sobrellevar la existencia, que nos conecta con quienes nos precedieron.
