Si no hay cortafuegos, habrá otro incendio
En la corrupción importa el quién, por supuesto, pero también el cómo: qué falló en el sistema para que fuera posible.

Si no hay cortafuegos, habrá otro incendio
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Sevilla
Lo explican muy bien los expertos en incendios, más aún ahora que llega el verano: para que haya fuego hacen falta tres elementos —combustible, oxígeno y una fuente de calor—. Si falta uno solo, la llama, simplemente, no prende.
Y con la corrupción ocurre algo muy parecido. Hace falta combustible: el dinero, los contratos y adjudicaciones, y el político corrupto dispuesto a amañarlos. Hace falta calor, la chispa que llega de ese corruptor que prefiere pagar antes que competir limpiamente.
Pero ninguno de estos dos elementos es suficiente. Hace falta el tercero: el oxígeno. Y el oxígeno es el sistema. Son los procedimientos que no existen o no se cumplen, los controles que no se aplican, la excusa de una emergencia para saltarse las reglas del juego.
En la corrupción importa el quién, por supuesto, pero también el cómo: qué falló en el sistema para que fuera posible. Porque si se puede enchufar tan fácilmente a una mal llamada amiga en una empresa pública, como estamos viendo en el caso Ábalos, ¿quién nos dice que no ocurría antes, o que no volverá a repetirse?
Si bastan dos o tres llamadas para torcer una adjudicación, ¿cómo podemos estar seguros de que no volverá a ocurrir, gobierne quien gobierne?
Así que podemos seguir jugando al 'y tú más', pero no arreglaremos nada si unos y otros no se ponen a la tarea de mejorar los mecanismos de control. Tanto antes, en la prevención, como después, en la respuesta política e institucional, que debe ser inequívoca.
La corrupción es una cuestión de personas, sí, pero también de estructuras. Y si no reforzamos los cortafuegos, el incendio, tarde o temprano, volverá a encenderse.




