¿Castigará la izquierda la corrupción de los dirigentes socialistas en las urnas?
Son muchos los estudios que apuntan a que, por factores como la disonancia cognitiva, los votantes tienden a minimizar o justificar la corrupción cuando afecta a su propio partido

La Columna de Santiago González (26/06/25)
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Sevilla
Pedro Sánchez destronó a través de una moción de censura, recordemos, a un Mariano Rajoy arrinconado por los escándalos de corrupción que afectaron al Partido Popular, tal como quedó acreditado en una sentencia judicial firme. Sin embargo, Rajoy conservó el apoyo de buena parte de su electorado hasta el final. La derecha no castigó en las urnas ni la trama Gürtel, ni la contabilidad B del PP, ni los papeles de Bárcenas, que reflejaban sobresueldos a dirigentes del partido.
Son muchos los estudios que apuntan a que, por factores como la disonancia cognitiva, los votantes tienden a minimizar o justificar la corrupción cuando afecta a su propio partido. Pero ¿ocurre esto por igual entre votantes de derecha e izquierda? Hay investigaciones que concluyen que la corrupción penaliza más electoralmente a la izquierda: un electorado más crítico, más exigente en términos de ética pública y sensibilidad social. Son precisamente los valores que representa la izquierda —como la justicia social, la equidad y la transparencia— los que se ven erosionados cuando surgen escándalos de esta índole, como los que hoy sacuden al PSOE.
La reacción puede no traducirse necesariamente en un trasvase de votos hacia la derecha, pero sí en una abstención significativa del votante moderado o desencantado, que decide no refrendar con su papeleta aquello que le genera rechazo o decepción.
Pedro Sánchez dispone de un escaso margen para demostrar que el PSOE ha actuado con firmeza, que se ha protegido institucionalmente, que ha soltado lastre y que ha impuesto una sanción política real a los dirigentes implicados en prácticas corruptas.
El presidente llegó al poder respaldado por la autoridad moral que le permitió cerrar una etapa oscura de corrupción en las filas del PP. Ahora, desde La Moncloa, le corresponde explicar, actuar con contundencia y dar ejemplo. Solo así podrá sostener esa autoridad moral y evitar que las sombras que proyectan dos de sus exsecretarios de organización empañen el legado de su gobierno, marcado por avances en derechos, garantías, aumento de los salarios y las pensiones y una mayor justicia social.

Santiago González Sarrión
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