Renace Baeza: las señales de tráfico reconvertidas en arte

Jaén

Renace Contemporary Art de Baeza enseña la forma en que las señales de tráfico pueden ser reconvertidas en arte. La galería de arte contemporáneo ‘Renace Baeza’ ha inaugurado una exposición vanguardista, arriesgada y repleta de valentía en la que las señales de tráfico son transformadas en auténticas obras de arte contemporáneo. Una muestra que invita a la reflexión sobre lo que encontramos en el día a día, y que nos da un mensaje absolutamente sublime que es el de que el arte está en todas partes.

Manuel León, artista principal de la exposición, y Celia Macías, responsable de la fotografía de las obras, son los baluartes de esta magna obra artística que se puede contemplar en la sala de arte baezana. La muestra lleva por título ‘Un lugar pintoresco’ y logra transformar las señales viales en objetos de culto artístico. Todo muy conceptual, y donde se mezcla la pintura y la fotografía para crear un todo tremendamente impactante y llamativo.

'Un lugar pintoresco’ toma su título de una señal real del código de tráfico español, esa que indica la cercanía de un enclave especialmente digno de ser fotografiado. En esta exposición, esa señal deja de señalar para ser señalada: convertida en objeto pictórico, desplazada de su contexto original y reinscrita en un nuevo lenguaje visual.

Tal como indican fuentes de Renace Baeza, “este proyecto remite a la larga historia del término pintoresco: desde Giorgio Vasari, que en las Vite hablaba de lo alla pittoresca como aquello capaz de generar nuevos efectos en el lienzo, como la cualidad de lo visible que, por su singularidad, invita a ser representado —o, en este caso, fotografiado—. Este tipo de estímulo visual despierta nuestra admiración y provoca una curiosidad activa. Lo pintoresco no remite sólo a lo bello, sino también a lo extraño, lo inesperado, lo que merece atención por su rareza o intensidad perceptiva”.

Añaden que “se ha intervenido una serie de señales de tráfico, desactivando su función normativa para abrirlas al juego de la forma, el símbolo y el color. Cada pieza se presenta como un díptico —un matrimonio simbólico entre pintura y fotografía— donde la señal intervenida y su imagen fotográfica se unen en un vínculo formal y conceptual. Estas instalaciones ejemplifican la cualidad de lo visible que, por su singularidad, invita a ser representado, reforzando la tensión entre la intervención pictórica y su registro documental. En última instancia, Un lugar pintoresco recupera esa misma cualidad estética: un estímulo visual capaz de hacer detener la mirada, de sugerir una narración y de plantear la pregunta de qué otras señales en nuestro entorno merecen ser inmortalizadas”.