Asertividad: cómo defender los propios intereses sin ofender a los demás

Uno de los componentes de las habilidades sociales es lo que se ha venido a llamar la asertividad. Básicamente se entiende por asertividad un conjunto de habilidades cognitivas, emocionales y conductuales que permiten la defensa de los propios derechos desde el respeto y la honestidad con y hacia los demás.

La asertividad puede considerarse una habilidad que permite una mayor adaptación social, actuando como factor protector al facilitar una mejor autoestima y autoeficacia, así como a una mejor gestión de los conflictos y de las situaciones de estrés.

Hay personas que, por sus características psicológicas, por los vínculos maternos y paternos establecidos desde la primera infancia, así como por otros factores educativos, desarrollan de forma “espontánea” estas habilidades. Sin embargo, por diversas causas (experiencias tempranas, dificultades en la vinculación, etc.) en otras muchas personas estas habilidades asertivas no se adquieren, desarrollándose conductas con mayor o menor grado de pasividad o de agresividad. Es en estas situaciones en las que cobra sentido buscar ayuda para trabajar terapéuticamente en el desarrollo de estas habilidad.

¿Por qué es importante desarrollar esta habilidad?

Son muchos los motivos, pero podemos destacar su importante relación con la autoestima, así como la mayor vulnerabilidad que su carencia origina frente a la depresión y la ansiedad. También existe una relación entre la falta de asertividad (por exceso, es decir por conductas agresivas) y algunos trastornos de personalidad, lo que puede motivar conflictos importantes en las relaciones interpersonales.

¿Qué tipo de conductas incluye la asertividad?

Aunque existen muy diversas variantes, básicamente vienen a ser saber decir No, cuando nos hacen peticiones inadecuadas para nosotros, hacer peticiones a los demás, expresar nuestras opiniones, hacer criticas y recibir críticas, expresar cumplidos o agradecimientos a los demás. En todos los casos se trata de defender el derecho a expresarse y a ser uno/a mismo/a, siempre de forma honesta y respetuosa con los demás, originando el mínimo “daño” o malestar posible.

En una sociedad individualista y con tendencia a mercantilizar existe un alto riesgo de confundir el asertividad con la manipulación o con la defensa agresiva de las opiniones y los derechos propios, por lo que es muy importante diferenciarlas